¿Depende de las redes sociales?

Los recursos usados por las plataformas estimulan la liberación de dopamina en el cerebro y abren camino hacia la dependencia

Quien usa redes sociales sabe que estas pueden volverse un tipo de vicio. En 2017, el expresidente de Facebook, Sean Parker, dijo que la red estaba “explorando una vulnerabilidad en la psicología humana”. En entrevista a la BBC, el exingeniero de Facebook, Sandy Parakilas, confirmó que la empresa sabía que la plataforma estimula comportamientos adictivos. “Usted tiene un modelo de negocios proyectado para involucrarlo a usted y sacar el mayor tiempo posible de su vida para después venderles esa atención a los anunciantes”, afirmó.

“Es como si ellos (los creadores de las redes sociales) estuvieran usando cocaína conductual y propagándola por toda su interfaz y eso es que lo que hace que le guste volver, volver y volver”, afirmó Aza Raskin, exempleado de Mozilla y creador del scroll infinito, un mecanismo que estimula a las personas a pasar más tiempo conectadas.

Reacciones cerebrales

La psicóloga cognitivo conductual Claudia Melo explica que navegar en las redes sociales genera reacciones capaces de modificar el humor de la persona. “Cuando usted está en una red social, su cerebro está siendo estimulado de varias maneras. Algunas reacciones llevan a la liberación de dopamina, un neurotransmisor que es fuente de placer y bienestar. Ese placer lleva a muchas parejas a pasar cada vez más tiempo en las redes sociales. El mecanismo es semejante a la dependencia a las drogas”, aclara la profesional.

La neurocientífica Aristides Brito señala que la liberación de dopamina se relaciona con el sistema de recompensa cerebral. “Si la persona está triste, publica algo en la red social y recibe los ‘me gusta’ y comentarios positivos, eso activa el sistema de recompensa, generando la sensación de reconocimiento”, aclara.

Para algunas personas, las redes sociales son una especie de fuga de las dificultades de la vida fuera de línea. No obstante, ellas pueden generar otros problemas. “Poco a poco, la persona necesita pasar más tiempo en la red social para sentir el mismo placer. Y, cuando no recibe los ‘me gusta’, puede tener sentimientos de rechazo”, dice Brito.

André Pontual, director ejecutivo de los medios digitales NoBeta, destaca que las ganancias de las redes sociales se relacionan con el tiempo que las personas pasan conectadas. “Las redes sociales son creadas para agradar a los usuarios, pues estas necesitan que las personas continúen publicando más contenidos e interactuando”, explica. “El problema es que muchas personas terminan comparándose con otras y se sienten mal con lo que ven. Además de eso, algunas no notan que la vida en línea no representa toda la realidad”, evalúa Pontual.

Para controlar el uso de las redes sociales, Claudia Melo sugiere la búsqueda de otras fuentes de placer además del internet. “Es importante realizar actividades físicas para liberar esa química que conlleva satisfacción, bienestar y alegría. La persona también debe buscar el apoyo de la familia y llenar la agenda con otras actividades. Es claro que no es fácil. Para algunos, estar sin internet incluso puede generar síntomas de abstinencia, además de irritabilidad y estrés. En estos casos, es importante buscar ayuda especializada”, dice.

Lejos de Dios

Estar en exceso en las redes sociales también hace que se aleje de Dios. Al final, cuanto más tiempo esté conectada, más expuesta queda la persona a información que la distrae y también corre el riesgo de escuchar voces negativas. Por eso, el equilibrio es fundamental para que el cristiano continúe abierto para escuchar las enseñanzas de Dios y, así, haga Su voluntad.