¿Cansado de la monotonía? Es hora de cambiar de enfoque

¿Cansado de la monotonía? Es hora de cambiar de enfoque

Por Departamento Web 2

Todos son capaces de cambiar de vida, pero en esta búsqueda hay quienes se enfocan en los logros y se frustran constantemente, ya que el objetivo, en realidad, debería ser en la promesa principal.

Observa tu vida. ¿Qué deseas cambiar? Quizá piensas en un solo deseo o tienes una lista larga que abarca la salud, el amor, la situación financiera y otras áreas que no están como te gustaría. Pero, entre nosotros, para la mayoría, esa sensación es constante. Muchos incluso actúan con valentía para cambiar eso, pero esa audacia de perseguir sueños, trabajar y estudiar incansablemente o actuar precipitadamente no es la que realmente provoca el cambio.

Esa anhelada bendición puede obtenerse, pero continuará existiendo la sensación de que algo más debe ser conquistado. Esto sucede porque la verdadera osadía, la que realmente saca a la persona del círculo vicioso de la monotonía, no reside en la fuerza de su brazo.

La traición y la audacia

La Palabra de Dios tiene muchos ejemplos, como el de Moisés, cuya historia se relata en las Sagradas Escrituras desde su nacimiento; después de todo, fue elegido por Dios para liberar a Su pueblo, que vivió 400 años en la rutina de la esclavitud egipcia. Al ser elegido por el Señor, Moisés le presentó una lista para demostrarle que, a sus propios ojos, él no era la mejor opción para desempeñar un papel de tanta importancia, pero Dios conocía todas sus debilidades y le prometió: «Ciertamente Yo estaré contigo» (Éxodo 3:12). Y así fue. Con la certeza de que Dios lo acompañaría, Moisés dejó todo atrás y cumplió con el «heme aquí» que había dicho al encontrarse con la Presencia de Dios en una zarza ardiente y al acercarse a Él (Éxodo 3:2-4).

Todo lo que necesitamos para la vida —como dirección, salud, protección, respuestas— lo encontramos cerca de Dios, en Su Presencia, y no lejos de Él. Por lo tanto, si queremos lograr algo de Dios, debemos acercarnos a Él.

Moisés obedeció y vio cómo los hebreos se liberaron de la esclavitud por medio de los milagros proporcionados por Dios, desde las plagas que azotaron a Egipto hasta la apertura del mar Rojo. Mientras se dirigían hacia la Tierra Prometida, el Señor lo llamó y le dijo «Sube hasta Mí, al monte, y espera allí» (Éxodo 24:12).

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Pero, mientras estaban en el Monte Sinaí, el Altar natural de Dios, el pueblo que había estado 400 años en la esclavitud, no tuvo paciencia para esperar 40 días el regreso de Moisés y alegó que los había abandonado. Al estar aún con la mente esclavizada, el pueblo volvió a la idolatría, erigió un altar, renunció al oro que habían obtenido de los egipcios por obra del propio Dios y fabricó un becerro para adorarlo, traicionando a Dios en ese lugar santo al depositar su confianza, su fe y sus esfuerzos en un dios hecho por ellos mismos, algo incapaz de atenderlos. Esto encendió la ira del Señor de tal manera que deseó comenzar una nueva nación solo a través de Moisés.

Dios le propuso a Moisés colocarlo como un nuevo patriarca. Sin embargo, mientras hablaban frente a frente como amigos (Éxodo 33:11), Moisés fue audaz al rehusarse y abogar por el pueblo. Esta prueba de carácter mostró lo que más valoraba. Podría haber aceptado esa propuesta, después de todo, no iba a perder nada, de hecho, solo ganaría, pero pensó: «No tiene sentido comenzar todo de nuevo conmigo y que el Nombre de Dios sea avergonzado y el pueblo que vio la promesa cumplirse no la reciba».

El Señor estuvo de acuerdo y dijo que un ángel iría delante de ellos o, en otras palabras, las promesas que implicaban bendiciones aún acompañarían al pueblo. Sin embargo, ¿recuerdas el llamado para ir a Egipto, liberar a los hebreos de la esclavitud y guiarlos a la tierra que mana leche y miel? Allí, Dios había prometido estar con él, y Moisés sabía que todas las conquistas hasta ese momento se debían únicamente al hecho de que Dios lo acompañaba en cada paso que daba, en cada palabra que decía y en cada decisión que tomaba. Entonces, ¿de qué serviría quedarse solamente con el ángel? Por eso, Moisés lo rechazó y fue enfático: «Si Tu presencia no va con nosotros, no nos hagas salir de aquí» (Éxodo 33:15).

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La Presencia Prometida

La actitud de Moisés reveló lo que estaba en su interior. Para él, la Presencia Prometida era más importante que la Tierra Prometida. Él estaba dispuesto a perderlo todo (la Tierra Prometida y su posición) y a no salir de ese lugar si la Presencia de Dios no estaba con él. Moisés demostró que la Presencia Prometida era más importante que la Tierra Prometida. ¡Esto también debe ser una realidad en tu vida! Hay una Presencia Prometida para ti. La Presencia Prometida para nosotros es el Espíritu Santo. El Señor prometió Su Presencia y también prometió la tierra, pero muchas personas están buscando la Tierra Prometida sin preocuparse por la Presencia Prometida.

Por lo tanto, no sirve de nada vislumbrar y conquistar la Tierra Prometida sin tener la Presencia de Dios. Y esto es válido tanto para aquellos que están distantes de Él como para aquellos que dicen caminar en obediencia a Su Palabra. Estamos acostumbrados a escuchar y decir que primero debemos buscar el Reino de Dios y que todas las demás cosas nos serán añadidas, pero las personas están asistiendo a la iglesia, manteniendo la apariencia de quienes buscan el Reino y solo deseando obtener las bendiciones. El mismo Señor Jesús advirtió, en Lucas 17:20-21: «El Reino de Dios no viene con señales visibles […]. Porque, el Reino de Dios está entre ustedes».

No hay cosas, personas o sueños que puedan igualarse a la Presencia de Dios habitando en nosotros. Con el Espíritu Santo, es inevitable que las bendiciones lleguen posteriormente. Y aunque eso no suceda, la persona que se convierte en morada del Altísimo sabe que ya tiene el Bien mayor consigo y, así, permanece firme en la fe para mantener la Salvación de su alma. Esto se debe a que, incluso si realiza todos sus sueños materiales, sin el Espíritu de Él, nunca se sentirá plenamente realizada.

¡Ahora es tu turno!

Si deseas la Presencia de Dios en tu vida, he aquí la oportunidad… Para ti que dices «no tengo el Espíritu Santo y lo necesito», la Hoguera Santa es esa puerta. Y si ya tienes la Presencia Prometida, pero la Tierra Prometida aún no se ha manifestado en tu vida, también es tu oportunidad.

La verdadera esencia de la Hoguera Santa de la Indignación en el Monte Sinaí está en las historias que verás más abajo, las cuales revelan que la vida solo cambia cuando se comprende que la Presencia Prometida por Dios es infinitamente mejor y más importante que la Tierra Prometida. Cuando la audacia de mirar más allá de las bendiciones, la entrega total y la obediencia van de la mano, es imposible que no ocurra una transformación completa en el interior y, consecuentemente, en el exterior de quien toma esa decisión. Solo así será posible vivir como Dios anhela que Su pueblo viva: en Alianza con Él, como Su Palabra revela en Éxodo 34:10: «Voy a hacer un pacto. Delante de todo tu pueblo haré maravillas que no se han hecho en toda la tierra ni en ninguna de las naciones».

Para saber más sobre la Hoguera Santa (que se está llevando a cabo junto con el Ayuno de Daniel ante el Rostro de Dios), visita la Universal más cercana. Sé audaz y usa tu fe. No dudes en subir al monte, presentarte ante Dios y aceptar Su Ley. Busca la Presencia Prometida y, por medio de tu fe, ve el cambio de vida manifestarse en ti.

A continuación, conoce estas historias cuyas decisiones de fe hablan más que mil palabras:

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