Formemos personas capaces de convivir armoniosamente

Al hablar de convivencia escolar, nos referimos a la relación existente entre los distintos miembros de un establecimiento educativo, ésta tiene incidencia significativa en el desarrollo ético, socioafectivo e intelectual de alumnas y alumnos. La definición en sí, no se limita sólo a la relación entre personas, también entre los distintos elementos que conforman una comunidad.

Por ello, es pertinente analizar las causas que generan una convivencia desarmonizada, pues es evidente que no se puede exigir a los estudiantes que apliquen algo que no conocen: los valores, mismos que se da por hecho que están presentes, pero que, sin embargo, resulta imprescindible fortalecer en todo momento.

Tomando en cuenta que esta actividad forma parte de un aprendizaje en el que convergen como modelos los padres, maestros y demás miembros de la sociedad, con quienes niños y jóvenes interactúan. Asimismo, es en la escuela donde alumnos y alumnas reproducen comportamientos propios de su cotidianidad, dejando ver que la violencia se está convirtiendo en una constante natural al momento de convivir.

Es por ello que debemos formar sujetos capaces de resolver problemas, no únicamente de carácter académico, sino también, quizá los más importantes, aquellos que implican asumir las consecuencias de sus actos. En ese sentido, educar en una atmósfera de respeto, diálogo y tolerancia son las bases que deben sustentar esta parte primordial del proceso.

Generar una buena convivencia dentro y fuera de las escuelas es de vital importancia, pues con el paso de los años se consigue un mejor desarrollo moral, intelectual, artístico, espiritual y físico, gracias a la transmisión de valores, conocimientos, destrezas y fortalecimiento de la identidad, capacitando así a los niños y jóvenes para convivir y participar de forma responsable y activa en la competitiva sociedad del siglo XXI.

Por Axel Serrano
Licenciado en Educación Primaria por la Benemérita Escuela Nacional de Maestros (BENM)

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