¿Quién es este?

La Semana Santa ya comenzó el pasado 24 de marzo. Ese día se conmemoró el Domingo de Ramos en el Templo de los Milagros y en todas las Universal. Durante el Santo Culto, el obispo Franklin Sanches explicó sobre qué significa la entrada del Señor Jesús en nuestros días.

«Todo el mundo conmemora la entrada de Jesús a Jerusalén. Solo que el Mesías ya vino y ya no pasará por las puertas de esa ciudad. Pero hoy el Señor quiere pasar a través de las puertas de su vida. Y lo más importante es que eso suceda […], pues cuando una persona lo entiende y permite que Jesús entre a su vida, esta se transforma», explicó.

Sin embargo, no todos lo comprenden. Con base en lo que narran las Sagradas Escrituras sobre esta entrada, podemos encontrar dos tipos de personas.

«La mayoría de la multitud tendió sus mantos en el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino. Y las multitudes que iban delante de Él y las que iban detrás, gritaban: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito Aquel que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”» (Mateo 21:8-9).

El primer grupo eran los que buscaban su salvación. «Hosanna» significa «sálvanos ahora». Además, iban por delante anunciando que el Salvador estaba llegando. Actualmente, «esas personas son las que quieren que Jesús sea anunciado. Nuestro deber como iglesia es darlo a conocer», dijo.

Mientras que el segundo grupo, los que se quedaban atrás, no quieren hablar de Jesús. Son los que Lo buscan solamente por los beneficios que Él les puede dar.

Ciudad agitada

Ahora bien, como ya se dijo, en el momento en que el Señor Jesús entra a una vida, la transforma, pero ¿cuál es el alcance de este giro?

«Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se agitó, y decían: “¿Quién es Este?”» (Mateo 21:10).

Se estima que en esa fiesta había más de 2 millones de personas, todo Israel había ido ahí. Y en Su entrada, la ciudad se agitó.

«Eso es lo que sucede cuando Él entra. Una persona no puede decir “Jesús entró a mi vida” y al mismo tener una vida apagada, triste y sin sentido. Es imposible que no haya una transformación. Lo que hace es tan grande que todo el mundo se da cuenta», dijo el obispo. «Si usted era conocido por ser alguien enojón y mal hablado, después de que Jesús entre, ya no será la misma y, por eso, las personas preguntarán “¿quién es este?, ya no es la misma persona”; su familia se preguntará qué pasó. El cambio que Jesús hace es tan profundo que cualquiera se va a dar cuenta».

Y para aquellos que han entrado a la iglesia, pero hasta ahora no logran esa transformación, el obispo les hizo la siguiente pregunta: «¿Jesús entró a su vida? Si no Lo ha hecho es porque usted no se Lo ha permitido. Necesita entender eso; solo Él le da un nuevo sentido a la vida, cambia la mente de la persona y la llena de alegría. Sobre todo, aunque ella enfrente problemas, estará en paz, porque en su interior ya estará la presencia de Jesús».

Solo que hay algo más, esa felicidad proporcionada por el Señor no se limita a uno mismo. Pues luego de recibir de Él la propia vida, usted «puede hacer feliz a su marido, esposa e hijos; pero si eso no sucede, no logrará estar bien con su familia».

Y para todo aquel que quiere recibir de Él Su presencia: no importa lo que sucedió en su historia ni cuán dura haya sido, pues Jesús hace nuevas todas las cosas en todo aquel que Le entrega su vida y le dice: «Señor, sálvame ahora».

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