Perfectos
«Por tanto, sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mateo 5:48)
Sabemos que por la sangre de Jesús somos justificados, limpios delante de Dios, pero necesitamos cada día desarrollarnos en la fe con un crecimiento espiritual, siempre mejorando en todo, siguiendo las huellas del Maestro, en perfecta obediencia al Padre Celestial.
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