Perder un hijo: un dolor que no tiene nombre 

Perder un hijo: un dolor que no tiene nombre 

Por Social Media

Si hay un dolor que resulta inimaginable es la pérdida de un hijo, pues a pesar de saber que todos moriremos un día, lo normal es que primero se vayan los padres y después los hijos. Sin embargo, estadísticas del 2021 revelan una dolorosa cifra de 2.1 millones de niños y jóvenes que perdieron la vida, aunque las causas son diversas, no deja de ser difícil, si además pensamos que, detrás de esos datos hay millones de padres que perdieron a sus hijos. 

Después de esta experiencia devastadora e inconcebible, el dolor y trauma de la pérdida pueden llevar a vivir una angustia y desesperación abrumadora llevando a muchos a cargar odio y desprecio por la vida, así como una profunda depresión acompañada de pensamientos de muerte.  

María Dolores Álvarez Zamora

Eso fue lo que vivió María Dolores Álvarez Zamora a quien, junto con su hija, se le fueron las ganas de vivir. «Esa fue mi realidad durante los 7 años que sufrí con depresión. El dolor que sentía era tan grande que lloraba día y noche; estaba sumergida en la obscuridad y soledad, sin el consuelo ni ayuda de nadie», detalló. Delante de estos sucesos, muchos padres y madres tienden a negar su pérdida o a sentirse culpables, esto los lleva a aislarse de sus familiares porque sienten que nadie los entiende.  

«Al no encontrar una salida, compré un arma para acabar con mi vida a pesar de que tenía otros dos hijos pequeños, no me importaba nada, todo lo que quería era terminar con mi sufrimiento», relató. Lamentablemente, cuando no se cuenta con el acompañamiento adecuado para superar el duelo, ese tipo de ideas suicidas suelen ser recurrentes. Ante esto, Mayo Clinic describe que algunas señales de alerta son: alteraciones prolongadas en los patrones de sueño y apetito; expresar desesperanza o ideas de no querer vivir; pérdida de interés en sus actividades cotidianas e incluso en el abandono de sus seres queridos pues ya no les prestan atención a sus otros hijos o a la pareja; descuidan su aspecto físico; así como el aumento en el consumo de alcohol y drogas; adquirir armas o pastillas para quitarse la vida; regalar sus pertenencias y despedirse de las personas como si ya no las fueran a ver. Además, estos síntomas se agravan si se acompañan con otros problemas como un divorcio, dificultades económicas y enfermedades. 

Ese fue el caso de María porque en medio de todo lo que estaba enfrentando, también tenía que lidiar con otras cuestiones en casa: «Estaba enojada con Dios por todo lo que había pasado y no siendo suficiente, uno de mis hijos no respiraba bien por el asma y las nebulizaciones que necesitaba eran costosas, además de que me decía que veía a los muertos. Por mi parte, yo también veía sombras en la casa y como a las 7 de la noche se me inflamaba el vientre como si estuviera embarazada». 

La Organización Panamericana de la Salud señala que la ayuda oportuna en estos casos es fundamental para prevenir un suicidio, por ello, los familiares, amigos y educadores deben estar al pendiente ante las señales de alerta y, en caso de requerirlo, buscar el apoyo de los profesionales de la salud, así como asistencia espiritual en donde además de recibir atención personalizada, pueden encontrar redes de apoyo que les ayude a enfrentar ese momento difícil. Eso fue lo que ocurrió con María después de aceptar una invitación para asistir a la Universal: «al escucharlos hablar supe que había llegado al lugar indicado. A pesar de que ya no creía en Dios, mi fe se fue despertando y mejoró mi estado de ánimo. Aunque superar la pérdida de mi hija fue un proceso, desde ese día empecé a ser libre de todo lo que me atormentaba y tuve paz en mi interior. Actualmente, ni mi hijo ni yo tenemos tormentos espirituales ni enfermedades, soy libre de la depresión y de las ideas suicidas. Hoy deseo vivir junto al Dios que me salvó», finalizó. 

Reunión del Espíritu Santo

Esta historia revela cuál es la clave para tener una vida diferente: tener un pacto, un compromiso con Dios de seguir Su Palabra de ahora en adelante. Ten la seguridad de que Él podrá hacer en tu vida lo inimaginable. Al tomar esta decisión con fe, tienes la garantía de que nada será como antes.

Te esperamos este domingo en la Reunión del Espíritu Santo, especialmente a las 10 a. m., en el Templo de los Milagros. Av. Revolución núm. 253, col. Tacubaya. O bien, en la Universal más cercana.

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