Pequé: ¿cómo puedo levantarme?

Pequé: ¿cómo puedo levantarme?

Por Social Media

La historia del rey David, el hombre que fue según el corazón de Dios, enseña

La Biblia muestra que el rey David, aun siendo un hombre según el corazón de Dios, también falló. Sin embargo, la manera como él lidiaba con sus errores hacía complemente la diferencia en su comunión con Dios. Cuando él se equivocaba, al ser enfrentado, rápido reconocía su falta. Y, en lugar de reaccionar de manera orgullosa, era humilde y sincero para arrepentirse.

Esto se puede ver cuando él decidió contar a su ejército, sin darse cuenta de que la idea era nada más que una sugerencia que provenía del propio satanás:

«Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel. Y dijo David a Joab y a los príncipes del pueblo: Id, haced censo de Israel desde Beerseba hasta Dan, e informadme sobre el número de ellos para que yo lo sepa. Y dijo Joab: Añada el Señor a su pueblo cien veces más, rey señor mío; ¿no son todos éstos siervos de mi señor? ¿Para qué procura mi señor esto, que será para pecado a Israel?» (1 Crónicas 21:1-3)

El obispo Renato Cardoso explicó que, a esas alturas, David ya había acumulado innumerables victorias. Desde su adolescencia, incluso antes de volverse rey, cuando venció a Goliat estando provisto solo de una piedra y una honda, hasta otras victorias en contra de los filisteos y otros pueblos que se levantaron en contra de él.

«David formó un ejército poderoso. Él tenía más de un millón y medio de soldados. Algo que hasta para las naciones de hoy es un número respetable», dijo.

No obstante, en un determinado momento, satanás incitó, es decir, «sopló» una idea en la mente del rey David que, por no estar atento, la acató.

Confianza: la mayor señal de fe

Eso muestra que nadie está inmune a las acciones del diablo, pues David era un hombre según el corazón del propio Dios, pero acató los argumentos diabólicos.

Cabe resaltar que no había problemas en hacer un censo, sino en lo que estaba por detrás de aquella motivación. Ya que, en aquel acto, David estaba confiando más en su ejército que en Dios.

«Eso es lo que Dios no quiere, que confíe en algo o alguien que no puede corresponder su confianza. La confianza exclusiva en Dios es la señal más alta de fe», destacó el obispo Renato.

Pecado y arrepentimiento

Como consecuencia del pecado de David, la Biblia relata que una plaga se propagó en Israel, haciendo que rápidamente sesenta mil hombres murieran. Es decir, David perdió justamente aquello en que había colocado su confianza: hombres.

Sin embargo, en aquel instante, inmediatamente, él reconoció el error que había cometido:

«Entonces dijo David a Dios: He pecado gravemente al hacer esto; te ruego que quites la iniquidad de tu siervo, porque he hecho muy locamente.» (1 Crónicas 21:8).

«La persona se equivoca y el orgullo le impide recuperarse rápido, pues es como un peso que la mantiene caída. Y esa es la diferencia entre los que insisten en cometer el mismo error y los que se arrepienten y revierten la situación», explicó el obispo.

Y ante el arrepentimiento y el perdón, Dios le dio condiciones a David para levantarse:

«Y el ángel del Señor ordenó a Gad que dijese a David que subiese y construyese un altar al Señor en la era de Ornán jebuseo. […] Entonces dijo David a Ornán: Dame este lugar de la era, para que edifique un altar al Señor; dámelo por su cabal precio, para que cese la mortandad en el pueblo. Y Ornán respondió a David: Tómala para ti, y haga mi señor el rey lo que bien le parezca; y aun los bueyes daré para el holocausto, y los trillos para leña, y trigo para la ofrenda; yo lo doy todo.

Entonces el rey David dijo a Ornán: No, sino que efectivamente la compraré por su justo precio; porque no tomaré para el Señor lo que es tuyo, ni sacrificaré holocausto que nada me cueste.» (1 Crónicas 21:8, 22-24)

Y esa es la lección que el rey David deja para quienes cayeron y desean levantarse: arrepentimiento, búsqueda del perdón de Dios y la entrega de su vida en el Altar.

«Sin una entrega de la vida no hay relación con Dios. Usted siempre va a tropezar y caer, porque cuando su vida no está en el Altar, es decir, en la total dependencia de Dios, ella está en la dependencia de algo o alguien. Y cuando esa cosa o persona le falte, tropezará y caerá», finalizó.

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