Peor que la tibieza (parte 1)

Peor que la tibieza (parte 1)

Por Departamento Web 2

«Porque dices: Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad; no sabes que eres un miserable, digno de lástima, pobre, ciego y desnudo, te aconsejo que de Mí compres oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver. 

Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé pues, celoso y arrepiéntete. He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él Conmigo. Al vencedor, le concederé sentarse Conmigo en Mi trono, como Yo también vencí y Me senté con Mi Padre en Su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.» (Apocalipsis 3:17-22). 

Peor que la tibieza espiritual de los cristianos de Laodicea era la falta de consciencia de su condición. El éxito material los conducía al triste engaño de creer que la riqueza significaba la aprobación de Dios. La verdad era que, espiritualmente, Laodicea era más pobre que un indigente, más infeliz que alguien tomado por la depresión. 

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Sus reservas de oro no lograron eliminar su miseria. Sus médicos y tratamientos milagrosos para los ojos no curaban su ceguera espiritual. Y sus finas vestiduras no cubrían la desnudez de sus pecados. Sin embargo, ellos no lo veían. 

Por eso, el Señor Jesús aconseja: compra de Mí oro de verdad, vestiduras blancas de una conciencia pura y colirio para que veas las cosas espirituales. Aquellos que vivían comprando para satisfacer sus necesidades y vanidades fueron aconsejados a usar su fe para adquirir del Señor Jesús lo que ningún dinero podría comprar. 

Una vez más, el dios de este mundo, el dinero, es identificado como trampa para los cristianos. No es que el dinero en sí sea del diablo, al contrario. Pero la codicia, la ansiedad por las riquezas y la conquista de estas pueden cegar al cristiano para los mayores tesoros: la salvación, la Palabra de Dios y la conciencia limpia. El éxito económico puede traer la falsa sensación de bienestar espiritual. Pero no es eso lo que el Señor Jesús enseña: 

«Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma?»(Mateo 16:26). 

Continuará… 

Libro: La Tierra va a Prenderse Fuego  
Autor: Obispo Renato Cardoso 

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