«Nos iba tan mal que pedíamos fiado y nos regalaban comida» 

Cerca de 4 de cada 10 hogares de México viven en condición de pobreza o pobreza extrema. De acuerdo con Juan Antonio López Baljarg, director del Instituto de Análisis de Política Familiar (IAPF), las carencias económicas acarrean otro tipo de problemas en las familias: “Cuando la pobreza económica envuelve a un hogar, la pobreza de tiempo no tarda en llegar. Padres y madres de familia se ven obligados a buscar un segundo o hasta un tercer ingreso para sostener a sus familias», escribió en una columna para el periódico El Heraldo. Y, a su vez, la pobreza de tiempo de calidad genera pobreza de afecto, ya que los integrantes no tienen tiempo para comunicarse ni conocerse. Estos 3 tipos de pobreza, en consecuencia, generan fragmentación. 

Algunos de estos puntos fueron parte de la historia de Olivia Segundo Bonilla junto con su familia: «Los pleitos entre mi esposo y yo eran cada vez más fuertes por la falta de dinero. No teníamos para pagar la renta a pesar de que el costo no era elevado; tampoco había para comer ni para lo que necesitaban nuestras hijas en la escuela. Llegamos al extremo de recibir comida regalada de una hermana y de pedir fiado en las tiendas». 

Sin la solvencia económica, ella no estaba preparada para enfrentar sus problemas de salud: «Tenía una hernia muy grave en el ombligo y un dolor severo en la rodilla, estuve a punto de quedarme en una silla de ruedas, pues apenas caminaba me caía; después, tuve varios quistes en el pecho. Me mandaron a hacer muchos estudios, pero no me los hice, pues si no tenía para comer, menos para eso». 

Luego, se sumaron los cambios repentinos de sus hijas: «Ellas vieron cómo mi esposo me culpaba de los problemas que teníamos. Cuando fueron llegando a la adolescencia, tomaban y fumaban a escondidas. E individualmente tenían sus problemas: la mayor se fue de casa y cayó en depresión; la otra, practicaba el bullying, tenía migrañas y se arrancaba el cabello, y la última se involucró con gente que adoraba a un ente maligno y no podía dormir en las noches».  

Tiempo después conoció la Universal, aunque le parecía raro, fue acudiendo a las reuniones del Espíritu Santo y en ellas, por su fe, iba teniendo experiencias con Dios: «Me gustaba lo que aprendía de la Palabra de Dios. Sin embargo, los problemas comenzaron a terminar poco a poco después de que primero decidí asumir un compromiso con Dios. Antes de luchar por mi familia, tenía que trabajar primero en mí. Busqué mi sanidad usando mi fe y, después de recibir la presencia de Dios en mi vida, Él me dio fuerzas para luchar; pues sin Dios, uno no podrá aguantar muchas cosas. Así fue como pude enfrentar los problemas que había en mi matrimonio y la rebeldía de mis hijas. No fue fácil porque no querían cambiar, pero Dios fue obrando en mi hogar: mis hijas decidieron buscar al Señor y hoy tienen una vida diferente. Mi esposo dejó los vicios y juntos hemos salido adelante económicamente, ya no falta nada y tenemos condiciones para pagar una casa grande. Vivimos con amor en la familia. Y, claro, hoy soy prueba viviente del milagro de sanidad: ya no tengo hernias, quistes ni problemas de la rodilla. Con fe todo se puede». 

Hay esperanza

Si has estado triste o tienes depresión, te invitamos a participar en las reuniones del Templo de los Milagros: Av. Revolución núm. 253, en la colonia Tacubaya, CDMX. Por tu fe, es posible superar el mal del siglo.

También puedes consultar el horario de la reunión en la Universal más cercana a tu domicilio.

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(*) La asistencia espiritual no sustituye los cuidados médicos. Será el tipo de trastorno, su origen y el modo de ser de la persona los que configurarán la manera de orientar, en cada caso.