La bendición de las bendiciones
En la Biblia está escrito: «Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad» (Juan 16:13). Todas las personas tienen que enfrentar este mundo podrido, nauseabundo, pero si tienen Ese Espíritu en su interior, también tendrán paz.
En otro pasaje, Jesús dijo: «En el mundo tenéis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo.» (Juan 16:33). Para vencer, es necesario tener el Espíritu Santo. Todo lo que se hace en este mundo, un día se acaba, todo tiene fecha de caducidad, pero, cuando una persona recibe el Espíritu Santo, recibe la riqueza de tenerlo por toda la eternidad y la garantía de vencer.
Para tener esa bendición es necesario pagar el precio. Es necesario sacrificar lo que tiene que sacrificar, así como Jesús dijo: «Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.» (Lucas 9:23). Es necesario que la persona renuncie a su ser, pues, si Dios tiene todo de ella, Él también le dará todo de sí a ella. Si ella no actúa así, continuará teniendo una vida mezquina y nadie podrá hacer nada por ella, aunque vaya a la Iglesia.
Es necesario entender que quien es sellado con el Espíritu Santo es la propia bendición y que, quien aún no lo es, necesita buscarlo con todas sus fuerzas. La persona que tiene el Espíritu Santo permanece firme para siempre, porque el Propio Dios lucha por ella.
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