El lugar donde tu nueva historia puede comenzar

Una persona que ha sido esclava durante años, por lo general pierde la esperanza y se resigna a la idea de que nunca tendrá una casa propia, independencia económica, una familia unida, gozar de salud… No obstante, esa no fue la vida que Dios diseñó cuando creó al ser humano.

Moisés estaba en una situación semejante: aunque era príncipe de Egipto y tenía una familia que le brindaba todas las comodidades, estaba insatisfecho. El pueblo hebreo, del cual era originario, vivía como esclavo y era humillado por los egipcios. Pero ¿cómo librar a millones de personas cuando, aparentemente, no se cuenta con las condiciones para hacerlo?

Un llamado que cambió el panorama

Cierto día, Moisés pastoreó las ovejas cerca del Monte Sinaí, que es el monte de Dios. Allí, Dios vio la oportunidad de manifestársele a este hombre sediento por cambiar la situación, por medio de una zarza que ardía en llamas y no se consumía.

«Dijo luego el Señor: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel […] Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo…» (Éxodo 3:7-12).

Moisés y el pueblo Israel no fueron los mismos

Moisés nunca se imaginó que, tras ese encuentro con el Altísimo, su historia y la del pueblo de Israel no serían la misma y, aunque tuvieron que enfrentar varias adversidades, entre ellas que el Faraón se rehusara a liberarlos —aun padeciendo por las 10 plagas enviadas por el Señor— ya no estaban más solos. Su indignación e insatisfacción ahora estaba respaldada por la fe y la obediencia.

De esta forma, Moisés logró rescatarlos y encaminarlos a la Tierra Prometida. Dios los guio y los defendió en todo su camino. El llamado divino que comenzó en el Sinaí marcó un antes y un después. Moisés cumplió su sueño de ser libre y vivió bajo el apoyo de Dios. Los israelitas, por su parte, vieron hacerse realidad lo que antes parecía imposible.

Quizá, esta es tu realidad: no has disfrutado de una vida libre debido a las enfermedades, adicciones, pleitos en la casa, carencias y de más… Sin embargo, así como el mar se abrió para el pueblo cuando ellos más lo necesitaron; por medio de tu fe, lo mismo podría suceder contigo.

La Hoguera Santa como una alternativa

La Hoguera Santa es la oportunidad que las personas tienen para mostrar su fe y realizar sus sueños. Por medio de un voto con Dios, que conlleva obediencia, fidelidad y confianza absoluta, pueden lograr más allá de lo que una vez proyectaron.

Si crees, eso también podría sucederte. Si deseas más información, participa este domingo a las 9:25 de la mañana en el Templo de los Milagros, especialmente en Av. Revolución núm. 253, col. Tacubaya o busca la dirección más cercana a ti.
Al igual que Moisés, Dios te está llamando para hacer que tu nombre quede marcado en la historia.

«Lo único que me importaba era estar bien con Dios»

«Llegué a la Universal con problemas de adicción y los vencí. Sin embargo, preocupado por tener una pareja, me alejé de Dios. Al conocer a mi esposa, creímos que nos iría bien en el matrimonio, pero no fue así.

En este lapso pasamos por distintos problemas: no teníamos para comer, mi casa era la de mi mamá, regresé a los vicios e intenté asfixiar a mi mujer. Después de eso, ella me pidió el divorcio.

Al vivir solo e intentar suicidarme, supe que el único lugar al que debía acudir era al Altar. Decidido a regresar, vencí las apariencias, tomé la oportunidad que Dios me daba y me entregué a Dios en una Hoguera Santa, sin afanarme por nada más.

Salí con deseos de levantarme, diferente y, para mi sorpresa, tiempo después yo cambié por completo y recuperé a mi familia.
Ahora la relación es distinta, hay amor, respeto y confianza. Todo se transformó.» -Jesús Contreras