Dios tiene el control

Días atrás, cuando recibí la primera dosis de la vacuna, pasé por varias reacciones desagradables. Entre ellas, una sensación de palpitación y arritmia. Aún en reposo, mi corazón latía tan fuerte que parecía que estaba corriendo un maratón. Aunque nunca he vivido la experiencia de un maratón, creo que debe ser algo parecido.

Fueron días de dolores, fiebre y malestar continuos durante una semana.

Sé que el corazón latiendo es señal de vida, ¡pero al tenerlo disparando hecho una batidora en el pecho es algo horrible!

Sin embargo, de las malas situaciones podemos sacar buenas lecciones, pues nada es tan malo como para no aprender algo bueno.

Medita en: El frasco del temor

Entonces, por más que todo parezca estar fuera de mi control, sabía que no estaba fuera del control del cielo.

No se trata de optimismo ni negación de la realidad, o religiosidad barata, sino de una seguridad de que todo lo que sucede con nosotros pasó primero por Dios. Y si Él lo aprobó, aquello contribuirá para nuestro bien. ¡Ah! ¡Cómo crece nuestra confianza cuando no podemos intervenir en procesos importantes de nuestra vida! Cuando solo podemos creer y experimentar el amoroso cuidado de Aquel que dice: «Y hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados.» (Mateo 10:30).

Entonces, realmente no necesitamos tener el control, si nuestro Dios lo tiene, eso es suficiente.

¿Perdiste el control en alguna situación? ¡Calma! ¡Todo quedará bien, pues, en la Sala del Trono hay un Soberano que tiene el control!

Por Núbia Siqueira