«Al morir mi mamá, la vida se fue con ella» 

La pérdida de un ser querido siempre va a generar un sentimiento de tristeza y melancolía, que va pasando con los días. No obstante, para algunas personas el dolor es tan profundo que su mundo se le viene abajo. Esto sucede con mayor frecuencia cuando el apego es muy grande, tal y como le pasó a Silveria Méndez Barahona: «Toda mi vida fui muy apegada a mi mamá, ella era mi adoración, todo mi mundo; trabajaba solo para darle lo necesario y por eso cuando falleció mi vida se murió junto con ella. Sus últimos días fueron muy difíciles, como le dio cáncer, sabía que me necesitaba y, dado que mis hermanos y yo no estábamos en la misma sintonía, me entregué por completo para atenderla e incluso dejé a mi pareja». 

Cuando una persona vive en función de otra y ella fallece, el proceso de duelo puede ser mucho más difícil y tardado; empeorando si la persona se siente sola e incomprendida, haciendo que se cierre e imposibilitándola para hablar sobre el tema y pedir ayuda. Además de la tristeza profunda, entre los principales síntomas de un duelo están: falta de concentración, pensamientos constantes sobre el deceso del ser querido, distanciamiento social, resentimiento, perdida de sentido a la vida, sensación de vacío, incapacidad para disfrutar de la vida, culpa, depresión y pensamientos de muerte. 

Así fue para Silveria, pues afrontar la muerte de su madre se convirtió en un proceso muy complicado, experimentando en carne propia algunos de esos síntomas: «Al morir mi mundo se quebró y caí en depresión durante 2 años, me la pasaba llorando, de todo me quejaba, e incluso había días que no me bañaba; sentía tanta tristeza que hasta dejé de trabajar. Uno de mis hermanos me decía: “deja de llora, ella ya no está”». 

Aunque buscó ayuda con expertos, no sentía una mejoría. Sin embargo, los especialistas señalan que siempre es mejor buscarla porque le permitirá contar con el soporte necesario para superar esa etapa, ya que es normal tardar en adaptarse a la pérdida.  Y así fue, pues poco tiempo después Silveria encontró el soporte espiritual que le permitió afrontar aquel monto: «En las madrugadas veía historias de personas que en la Universal habían superado la brujería, enfermedades, problemas en el amor, la economía, de todo a través de su fe; pensé “solo Dios me puede ayudar”.  

Estuve viendo los programas durante un año, hasta que me animé a asistir. Primero iba solo los domingos y la tristeza se fue yendo; poco a poco fui entendiendo la Palabra de Dios y atendía a las orientaciones que nos daban; me sentía muy bien, en paz, e incluso volví a trabajar. Ya no soy la misma persona, soy más fuerte y segura en todo lo que hago, y el responsable de esta transformación es el Espíritu Santo, Él cambió mi manera de pensar y de ver la vida; Él me ayuda, me sostiene y me da visión. Él siempre está junto a nosotros, si uno lo busca, lo encuentra». 

Si te encuentras pasando por una temporada difícil, Mayo Clinic recomienda recurrir a la ayuda de un experto, que, acompañada por el apoyo espiritual, te brindará las herramientas para superar esa situación. 

Hay esperanza

Si has estado triste o tienes depresión, te invitamos a participar en las reuniones del Templo de los Milagros: Av. Revolución núm. 253, en la colonia Tacubaya, CDMX. Por tu fe, es posible superar el mal del siglo.

También puedes consultar el horario de la reunión en la Universal más cercana a tu domicilio.

(*) La asistencia espiritual no sustituye los cuidados médicos. Será el tipo de trastorno, su origen y el modo de ser de la persona los que configurarán la manera de orientar, en cada caso.