¿Qué hacer en momentos de sufrimiento?

Normalmente, cuando las personas enfrentan problemas, desarrollan mecanismos para enfrentar sus dolores. Algunas se van de compras; otras corren a un salón de belleza o a un consultorio médico con el fin de cambiar su apariencia. Hay quien se refugia en los calmantes y otros comen descontroladamente. También vemos un número grande de personas que, para camuflar el sufrimiento, se entregan al trabajo o al entretenimiento, consumiendo una serie tras otra, videojuegos y horas en las redes sociales.

Antes de conocer al Señor Jesús, mi escape era llorar encerrada en mi cuarto o sumergirme en los estudios para olvidar las peleas que eran tan comunes en mi familia.

Pero descubrí que la vida tampoco es indolora para los hijos de Dios. Por el contrario, a veces, parece que enfrentamos más luchas después de nuestra conversión, incluso antes de ella.

Aprendí que nadie está inmune a las adversidades pueden venir en contra de la salud, la familia o la vida económica. Cualquier persona puede enfrentar decepciones, enfermedades, traiciones y desilusiones de todo tipo.

Entonces, ¿qué hacer si tener una escapatoria de una situación no sirve de nada?

Tengo en el ejemplo bíblico de Lázaro, Marta y María, los tres amigos de Jesús que habitaban en Betania, una enseñanza valiosa. Aquella familia estuvo durante años cerca de nuestro Salvador, de tal manera que, frecuentemente, Él estaba en su casa. Pero no por eso Lázaro dejó de estar gravemente enfermo.

La primera actitud de Marta y María, sus hermanas, fue pedirle ayuda inmediata a un conocido para avisarle a Jesús de lo ocurrido.

Ellas no ocultaron su dolor, ni estuvieron con miedo de lo que los demás iban a pensar o hablar.

Sabemos el final de la historia: Lázaro murió, pero resucitó y todo eso era propósito divino, pues el milagro de la resurrección sería mayor que el de la cura.

Pero lo que quiero enfatizar aquí, es que el primer paso para vencer cualquier situación es reconocer que se tiene un problema. El segundo es pedir ayuda. Ir a Dios inmediatamente en el primer momento para obtener ayuda y fuerzas es fundamental. Y si usted tiene acceso a las personas de la misma fe que le pueden orientar y dar apoyo en ese momento de dolor, ¿por qué no recurrir a ellas?

Esconder los problemas y sufrir callado han sido características de algunas personas que creen que ese comportamiento expone su debilidad, o manchará su reputación, o incluso podrá disminuirla ante los demás.

En realidad, pedir ayuda no es un tipo de debilidad, sino de fuerza, pues quien tiene ese perfil, decidió que no va a vivir de apariencia y tampoco le importa la opinión de terceros a su respecto.

¡Nos vemos la próxima semana!

¡Hasta entonces!

Por Núbia Siqueira