Un voto no se rompe, se cumple

Un voto no se rompe, se cumple

Por Dep. Web

Hacer un voto con Dios no es algo que pueda tomarse a la ligera; es un asunto muy serio, pues quien lo hace está dando su palabra. Bíblicamente, nadie es obligado a hacer votos, pero cuando se promete algo a Dios, no hay vuelta atrás. Él no acepta que la persona diga una cosa y luego no la cumpla.

En el Santo Culto del pasado domingo 31 de agosto, el obispo Franklin Sanches destacó que los votos con Dios tienen repercusiones directas en la vida espiritual: «Si me mantengo fiel al voto que hice, entonces Él me va a bendecir porque estoy cumpliendo con mi palabra; los cielos se van a abrir. Pero si yo quiebro el voto, entonces traigo sobre mi vida dolor».

Uno de los ejemplos de los resultados de un voto con Dios es el de Jacob. El obispo explicó que la vida de este patriarca cambió radicalmente tras hacer un voto en un momento de desesperación:

«Entonces hizo Jacob un voto, diciendo: Si Dios está conmigo y me guarda en este camino en que voy, y me da alimento para comer y ropa para vestir, y vuelvo sano y salvo a casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios» (Génesis 28:20-21).

 

El obispo resaltó que, aun 20 años después, Dios recordó aquel compromiso: «Yo soy el Dios de Betel, donde tú ungiste un pilar, donde me hiciste un voto» (Génesis 31:13).

«Tal vez ni Jacob se acordaba de aquel voto, pero Dios no lo olvida. Pueden pasar décadas, pero si usted es fiel en su voto, Dios será fiel con usted […]. Cuando usted dice: “Prometo en el nombre de Jesús que, a partir de hoy, no coloco una gota de alcohol en mi boca”, usted hizo un voto. Dios escuchó», explicó.

Esto también se aplica en otros aspectos de la vida. Por ejemplo, quien es dueño de un negocio y les promete algo a sus clientes, debe cumplir y no dar excusas, pues, además de empeñar su palabra, también está reflejando el carácter de Dios. El matrimonio es otro ejemplo de voto: «Cuando usted se casó, ¿qué hizo? Un voto. Usted empeñó su palabra, dio su palabra, que amaría a aquella persona en la riqueza, en la pobreza, en la salud y en la enfermedad…», ilustró

Por eso, un voto no es un juego. En este sentido, la verdadera fidelidad al Señor se refleja en cumplir lo dicho: «Si queremos agradar a Dios, tenemos que ser personas de palabra. Si prometí, voy a cumplir; sea lo que sea, voy a cumplir, porque empeñé mi palabra. Eso es un voto. Un voto es algo inquebrantable; quien lo quiebra cierra los cielos», finalizó.

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