“Tenía que pedir prestado para poder comer”
“Sufrimiento, violencia, humillaciones e insultos son los únicos recuerdos que tengo de mi niñez. Desde pequeña, me hice responsable de mis hermanos; el alcoholismo de mi papá, la infidelidad de mi mamá, más los problemas de casa, me orillaron a buscar la falta de amor en un hombre mayor que yo. Solo que él también era alcohólico y drogadicto…
Además, me celaba, ambos nos insultábamos, le pegaba y lo corría de la casa. Por causa del trabajo, dejé a mi hija mayor como responsable de mis cinco hijos, ¡mi hija menor me odiaba! Sin embargo, nuestra situación económica era mala, pues por mucho que trabajara, la miseria no me dejaba alimentar a mis hijos, así que pedía prestado a mis vecinos para medio comer.
Por si fuera poco, no sabía por qué, pero tenía un miedo inexplicable y deseaba morirme. ‘¿De qué sirve vivir? Esto no es vida para mí’, pensaba todos los días.
Todo estaba mal: la salud, la economía, la vida matrimonial… ¡no teníamos nada bueno!
Por eso, cuando conocí la Universal, deposité las pocas esperanzas que me quedaban en el Dios vivo que aquí me presentaron; de todos modos, no tenía nada que perder. Lo primero que tuve fue paz y, perseverando, mi familia se acercó al Señor Jesús y, paulatinamente, la situación fue cambiando hasta que los tormentos espirituales, los vicios, los problemas familiares y económicos se terminaron completamente después de una ardua lucha.
Nuestra vida cambió en su totalidad”, Rosa Elvia Briones.
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