Solo dos pasos para recibir el don del Espíritu Santo

El mensaje del Obispo Macedo refuerza que la mayor promesa de Dios no depende del sentimiento, sino de decisión consciente y fe racional.
Durante el mensaje del día 17 de diciembre, el Obispo Edir Macedo destacó uno de los temas más esenciales de la fe cristiana: el recibimiento del Espíritu Santo. Con palabras directas y objetivas, explicó que Dios desea habitar dentro de cada persona, pero que esto no ocurre por casualidad ni por emoción. Por el contrario, se trata de una elección personal.
Al inicio, el obispo expresó el sincero deseo de que el Espíritu Santo descendiera sobre todos en ese momento. Según él, no hay mayor felicidad que tener la presencia de Dios dentro de sí. Sin embargo, aunque este sea el mayor regalo que alguien puede recibir, dejó claro que esta experiencia exige actitud.
Dios quiere habitar dentro del ser humano
En primer lugar, el Obispo recordó que Jesús entregó Su propia vida en el Calvario para que el ser humano pudiera disfrutar de la plenitud de la presencia de Dios. Es decir, el Espíritu Santo quiere hacer morada en el interior de cada uno. No obstante, esta promesa está condicionada a una decisión.
Así como ocurrió después de la predicación del apóstol Pedro, cuando las personas preguntaron: «¿Qué haremos?», la respuesta sigue siendo la misma hasta hoy. La Palabra orienta con claridad cuáles son los pasos a seguir.
Arrepentimiento: el primer paso
El obispo explicó que el arrepentimiento es el primer paso y no tiene relación con el sentimiento, remordimiento o emoción. Se trata de un cambio de dirección. En otras palabras, es decidir abandonar lo que está mal y comenzar a practicar lo que es correcto.
Quien vivía en la mentira decide vivir en la verdad. Quien practicaba el error decide detenerse. Eso es arrepentimiento: un giro de 180 grados basado en la decisión de la mente, y no del corazón.
Bautismo en las aguas: sepultar la vieja naturaleza
Después del arrepentimiento viene el segundo paso: el bautismo en las aguas. Este acto representa el sepultamiento de la vieja naturaleza, de la vida antigua y corrompida. Al descender a las aguas, la persona manifiesta, por la fe, el deseo de comenzar una vida nueva y nacer de nuevo.
En este punto, el Obispo enfatizó que tanto el arrepentimiento como el bautismo son decisiones personales. Nadie puede decidir por el otro.
El Espíritu Santo: la obra de Dios
Finalmente, el tercer paso ocurre como consecuencia de la obediencia a los dos primeros. Cuando la persona decide arrepentirse y bautizarse, entonces Dios hace Su parte. Es Jesús quien bautiza con el Espíritu Santo a aquellos que, de manera consciente, abandonan el pecado y la vida equivocada que llevaban.
Así, el recibimiento del Espíritu Santo no depende de la iglesia, del pastor ni de terceros. Es algo íntimo, individual y directo entre la persona y Dios.
Fe racional, no emocional
Al concluir, el Obispo reforzó que este camino se basa en la fe inteligente. No involucra sentimientos, sino razonamiento, evaluación y decisión. Quien obedece, recibe. Quien no obedece, no recibe.
De esta manera, el Espíritu Santo no es difícil de recibir. Sin embargo, exige sacrificio del propio «yo», de la voluntad y del corazón. Cuando la persona cumple su parte, Dios, fiel a Su Palabra, cumple la Suya.













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