Siervo, pero inocente
«El rey habló a Daniel y le dijo: Daniel, siervo del Dios Viviente, tu Dios, a Quien sirves con perseverancia, ¿te ha podido librar de los leones? Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió Su ángel, que cerró la boca de los leones, y no me han hecho daño alguno porque fui hallado inocente ante Él; y tampoco ante ti, oh rey, he cometido crimen alguno.» Daniel 6:20-22
Si hay algo que no podemos perder es la inocencia. Pensamientos puros, buenos ojos, corazón limpio, deseo ardiente de servir cada vez mejor…
Daniel era un siervo que hacía la diferencia, porque en él había un espíritu excelente. El rey quería colocarlo sobre todo el reino. Él era fiel y no se hallaba en él ningún error ni culpa.
Tres veces al día, Daniel se arrodillaba y oraba. Despertando así mucha envidia, razón por la cual fue lanzado a la cueva de los leones.
Dios no libró al siervo Daniel de la cueva, sino en la cueva, justamente, por causa de su inocencia.
Aun estando en la cueva él no dejó de servirlo. No importaba si estaba en el palacio al lado del rey, o adentro de un agujero cercado de fieras para devorarlo, Daniel era siervo fiel y por encima de todo inocente.
Algunos serán lanzados más tarde, otros más temprano, pero todos nosotros, un día, enfrentaremos a los leones. Y quien ya los enfrentó, con certeza los enfrentará de nuevo.
Lo que nos resta es mantener nuestra inocencia, para que presenciemos siempre el libramiento y seamos honrados por el Propio Dios.
El Señor Jesús dijo:
«…si alguno Me sirviere, Mi Padre le honrará.» Juan 12:26
Colaboró: Obispo Djalma Bezerra
comentarios