“Seguí el patrón de violencia de la relación de mis padres”

“Hice en mi matrimonio lo mismo que aprendí de mis padres: la violencia física y verbal. Quise salir de esto al casarme, pero continué con mi vida de soltero, iba a los bailes, tomaba y salía con mis amigos.

Aunque sabía las necesidades del hogar, las cubrí con agresiones. Peor aún, perdí el empleo. Cargar cosas pesadas en el trabajo provocó que padeciera varicocele de cordón espermático (inflamación de las venas del escroto), tenía que ser operado. Pero tras cuatro meses de incapacidad, me despidieron.

Nuestra hija también estaba enferma, le daban convulsiones y no podía caminar, los médicos creían que era epilepsia, pero no teníamos dinero para los estudios y medicamentos.

A pesar de los problemas no quería cambiar, creía que era lo que nos tocó vivir. Incluso obligaba a mi esposa a que pensara lo mismo. No obstante, ella empezó a participar en las reuniones de la Universal.

Tardé tres años en entender. Un día ella me dijo: ‘Date la oportunidad de cambiar’. Así fue como me acerqué el Altar y dije: ‘Señor, no quiero un cambio, sino una transformación. De nada me sirve saber que has hecho milagros, quiero que te manifiestes en mi vida. Si aquí, en el Altar, uno tiene esa transformación, yo la quiero’.

En este propósito de la Hoguera Santa en el que decidí poner mi fe a prueba, todo se transformó. Me convertí en otro hombre, dejé los 10 años de alcoholismo atrás, mi hija y yo fuimos sanados y he prosperado, tengo mi centro automotriz y mi propia casa”, Emmy y Abraham.

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