¿Qué necesita hacer para tener una fe osada?

¿A qué cristiano no le gustaría tener una fe osada y valor para hacer milagros espectaculares? ¿Así como Moisés, que abrió el Mar Rojo, o Josué que hizo que el sol se detuviera? Pero no es eso lo que vemos actualmente. Lamentablemente, la mayoría de los cristianos es tímido, débil e indiferente a los problemas y desafíos. ¿Cómo cambiar esto?

Vamos a usar el ejemplo de Elías: el profeta se dirigió al rey de Israel de la época, Acab, para decir que no llovería en los próximos años. Él fue enviado por Dios, pues el pueblo se había corrompido espiritualmente, volviéndose idólatra.

El resultado fue que el Altar del Señor estuvo abandonado y todos empezaron a adorar a Baal, que ellos creían que era el dios de la fertilidad. Por vivir de la agricultura, los hebreos aceptaron fácilmente la idea. Al final, todos querían estar bien con la divinidad que volvía fértil a la tierra.

Esta situación llenó a Elías de indignación, haciéndole desafiar el poder de Baal para que el pueblo se diera cuenta de su error. Pero ¿cómo podía tener tanta fe y determinación, para interferir en la naturaleza e impedir que lloviera? ¿De dónde venía esa osadía?

Certeza inquebrantable

Cómo es posible tener esa audacia, lo cual es más simple de lo que se imagina. «Hay personas que piden oraciones a los pastores como si estuvieran más cerca de Dios que ellas. Esto no es verdad, ni Elías estaba más cerca de Dios que nosotros. Usted no necesita un título para ser una persona determinada y para que Dios use su boca».

El secreto está en este fragmento de la Biblia:

«… Vive el Señor, Dios de Israel, en cuya presencia estoy…» (1 Reyes 17:1)

Estar en la presencia de Dios es obedecer su Palabra. La persona que desobedece o está en pecado, normalmente, quiere distanciarse de Él, como sucedió con Adán y Eva. Ellos eran visitados por Dios diariamente, pero cuando desobedecieron, se escondieron.

Cuando está bien con Dios, puede pasar por encima del infierno, de los problemas. Pero cuando es culpable, la duda crece. La fe depende de que usted cuide su comunión con Dios, sacrifique sus voluntades diariamente. Es un precio alto a pagar, pero que le hará fuerte y capaz de determinar, desafiar, mostrar el poder de Dios en su vida.

Busque y reciba esa fe extraordinaria participando en las reuniones que se llevan a cabo todos los domingos en el Centro de Ayuda Universal. Si vive en la Ciudad de México, puede ir al Santuario de la Fe, en Av. Revolución núm. 253, Col. Tacubaya.

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