¿Por qué usted dice tantas tonterías?
Si usted es el tipo de persona que todo el tiempo tiene que pedir disculpas por haber dicho lo que no debía, hacer un comentario inadecuado o plantear un asunto que terminó lastimando a alguien, sepa que no es aislándose de todos ni cerrando su boca que usted va a dejar de decir tonterías.
Jesús, al enfrentar a los fariseos, habló sobre la razón de esto en Mateo 12:34-37:
“¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca”.
Impresionante, ¡lo que usted dice es un retrato de quién es usted! Así es. No es porque usted es humana y todo mundo se equivoca, ni porque habló sin pensar. Es porque usted tiene aquello que habló dentro de usted, y EN ABUNDANCIA.
Esto significa que muchas veces no nos conocemos tan bien como pensamos. Creemos que somos buenas, mientras nuestro corazón está lleno de lo que es malo.
¿Por qué?
Porque nuestro corazón es el lugar en donde almacenamos todo lo que oímos con los oídos y vemos con los ojos, como un baúl del alma, como Jesús dijo a continuación:
“El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas” (Mateo 12:35).
La pregunta es: ¿qué ha visto con sus ojos y oído con sus oídos? Ahí está la respuesta del porqué usted dice tanta tontería… usted la ha consumido mucho y su corazón está lleno, prácticamente desbordándola y, por eso, esta sale de su boca.
Esta es una lista de fuentes muy populares de tonterías:
- Grupos de WhatsApp o Telegram que no son “oficiales”, es decir, de exclusividad para el trabajo o temas familiares.
- Redes sociales de personas que no tienen nada para dar, solo provocar.
- Grupos de amigas que no le temen a Dios.
- Películas, series, telenovelas, programas de televisión y reality shows que no coinciden con nuestra fe.
- Libros revistas y ciertos sitios que no concuerdan con la Palabra de Dios.
Y por lo que decimos sabremos quiénes somos en realidad y, por lo tanto, debemos evaluar lo que hemos alimentado en nuestro corazón, pues allí es donde se evalúa quién es quién.
Como Jesús dijo: “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:37).
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