¿Para quién reserva Dios Su intimidad?
El temor a Dios es algo tan profundo que no solo hay diferencia entre los que creen y los que no creen, sino hasta entre las personas de la misma fe, porque el nivel de su temor a Dios determina su nivel de intimidad con Él:
“La comunión íntima del SEÑOR es con los que Le temen, y a ellos hará conocer Su pacto” (Salmos 25:14).
El temor a Dios hace que tengamos una amistad íntima con Él y, a partir de entonces, el Señor nos instruye en todo, porque sabe que nuestro temor (respeto, reverencia) nos hará poner en práctica Su dirección y Sus enseñanzas.
¿Ahora, entiende por qué los libros bíblicos que más retratan la sabiduría empiezan hablando sobre el temor?
“El principio de la sabiduría es el temor del Señor…” (Proverbios 1:7)
“El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios…” (Eclesiastés 12:13)
Pero ¿cómo sé que en realidad le estoy temiendo a Dios?
El temor a Dios es un respeto profundo por todo lo que Él es y todo lo que dice. Y no solo respeto, sino confianza de que Él sabe todas las cosas (Proverbios 14:26), lo cual demuestra que usted cree. Entonces, si usted respeta y confía (cree), ¿qué piensa que también hace? Exactamente, OBEDECE.
Abraham mostró en la práctica qué es temer a Dios. ¿Recuerda lo que el Señor le dijo a Abraham cuando vio que él estaba dispuesto a sacrificar a Isaac?
“Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (Génesis 22:12).
El temor a Dios le hace oírlo y obedecerlo, creyendo y confiando siempre. Y en esa jornada van sucediendo libramientos —es más, si usted siempre está metido en problemas, es una señal de que su temor necesita ser reevaluado:
“El temor del SEÑOR es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte” (Proverbios 14:27).
Por eso, si usted Le teme, será libre de los lazos (problemas). Además de eso, quien le teme a Dios piensa como Él piensa. No hay forma de que usted diga que le teme a Dios y tenga placer en lo que Él desprecia:
“El temor del Señor es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco” (Proverbios 8:13).
Quien le teme a Dios no le teme a nada más. Está colocado en un lugar seguro, en la roca firme.
Medite en los pasajes bíblicos citados y evalúese. Si se da cuenta de que le ha faltado temor a Dios, pídale ayuda. Puede tener seguridad de que su oración no estará sin respuesta.
Por Núbia Onara
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