Nuevo nacimiento: el mayor milagro que Dios puede realizar en alguien

Escucha la meditación matutina del Obispo Macedo de este miércoles 10 de diciembre, el primer día del Ayuno de Daniel.

En la meditación matutina de este miércoles 10 de diciembre, el primer día del Ayuno de Daniel, el Obispo Macedo llamó la atención sobre la entrega total y verdadera que cada persona necesita hacer al Espíritu Santo. Explicó que el mayor desafío de la fe no es pedir, sino rendirse.

Según él, cuando alguien se entrega de verdad y coloca su vida en las manos del Altísimo, algo tiene que suceder. «Dios no falla», afirmó.

Aún de acuerdo con el Obispo, Dios no está en busca de personas perfectas, religiosas o moralmente irreprensibles. Él busca a aquellos que reconocen su propia condición, quieren cambiar y desean comunión con el Espíritu de Dios. Sin embargo, la mayoría quiere las bendiciones de Dios, pero no quiere sujetarse a Su señorío. Quieren la recompensa, pero no quieren el compromiso.

«Dios sigue siendo el mismo»

Meditando en la Palabra, en Hebreos 1, el Obispo recordó que el Dios Todopoderoso, que creó el cielo, la tierra y todo el universo, «sigue siendo el mismo» y hoy nos habla por medio de Su Hijo. Es decir: si Él habló en el pasado por medio de los profetas, ahora habla a través de Jesús. Y Jesús es el Espíritu de Dios. Él es la expresión exacta de todo lo que el Padre es.

El Obispo reforzó que, así como el Señor Jesús nació del Espíritu Santo, todo aquel que desea ser verdaderamente hijo de Dios necesita nacer del Espíritu.

La señal del nuevo nacimiento

Y la mayor señal del nuevo nacimiento, explicó el Obispo, no está en manifestaciones emocionales o dones aparentes, sino en el carácter transformado, porque quien nace del Espíritu Santo tiene la mente de Cristo. La persona transmite paz, inspira seguridad, tiene una fe sólida. No vive en la ansiedad, no guarda rencor, no tiene espíritu de confusión. Es otra criatura.

Durante el mensaje, el Obispo también destacó que Dios no considera «automáticamente» a todos como Sus hijos. El hijo de Dios no es quien dice «yo creo». Hasta los demonios creen. «El hijo de Dios es quien nace del Espíritu. Es quien tiene dentro de sí el mismo Espíritu que estaba en Jesús», enfatizó.

Recordó además que la salvación no depende de la vida pasada de la persona, sino de la decisión sincera de rendirse a Dios. Para ilustrar, citó al ladrón en la cruz: «Aquel hombre reconoció quién era Jesús. Se rindió en el último instante y fue salvo. Jesús perdonó, engendró y transformó. Porque Él es el Espíritu de Dios».

Mensaje final

Al concluir, el Obispo reforzó que la obra del nuevo nacimiento es el mayor milagro que Dios puede realizar en alguien, es decir, cuando la persona nace de Dios, no depende de nadie, no vive insegura, no queda a merced de las circunstancias. Tiene en su interior el Espíritu de la vida.