¡No juzgue!

¡No juzgue!

Por Departamento Web

Vivimos repitiendo frases bíblicas, diariamente. Siempre recordamos algunos versículos y terminamos trayéndolos a nuestro vocabulario, tales como:

“¡Quien no tiene pecado que tire la primera piedra!”

“¡Lo que se siembra, cosecha!”

“¡No hay nada oculto que no sea revelado!”

“¡No juzgue para no ser juzgado!”

Sin lugar a dudas, la mayoría de estas frases bíblicas realmente son tomadas en serio por la mayoría de los cristianos. Pues, no nos preocupamos en cumplir gran parte de lo que la Palabra de nuestro Señor nos orienta. Raramente veremos a una persona verdaderamente convertida olvidando diezmar, o ir a la iglesia. Nunca olvidemos que no debemos mentir o robar algo, por ejemplo.

Existen varios mandamientos y consejos Divinos que no requieren ser recordados por alguien, pues siempre estamos atentos para cumplirlos con naturalidad en nuestro día a día.

Sin embargo, existe uno que parece que no entra a nuestra mente. Un consejo Divino en el cual dormimos pensando en obedecer, pero después despertamos con amnesia total y volvemos a hacer todo otra vez. Casi como un vicio diario. Ese pecado se llama JUZGAR.

Juzgar a alguien no solo es feo o molesto, es una actitud que acarrea consecuencias. Y no solo es suficiente arrepentirnos del hecho y todo bien, ¡no! Cuando juzgamos a alguien, de inmediato sembramos una semilla que tendremos que cosechar. Vea lo que el Señor Jesús dijo:

“No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido” (Mateo 7:1-2).

Vea que existe una cuenta a pagar, una deuda a pagar. Innecesario, ¿no? Sería fácil evitar tal cosecha amarga. Y el remedio para eso sería recordar esto todos los días. Tenemos que recordar cuán malo es juzgar y huir todos los días de cometer ese pecado en las personas que conviven con nosotros y nos tratan mal sin razón aparente, o compañeros de trabajo e incluso el patrón, el hijo, el marido, la esposa y las personas desconocidas, que simplemente vemos en la calle y luego pensamos: “¡creo que esa mujer con mala cara debe ser muy gruñona!”

Juzgamos todo el tiempo, sin piedad, ¡sin el mínimo sentido de compasión!

Una amiga que le dice una cosa inapropiada o simplemente no tiene mucha paciencia, después será acusada por usted de ser enojona. Y, a veces, ella no está pasando un buen momento o simplemente necesita estar sola, ¿lo sabe? Y recuerde también que ella puede estar empezando la menopausia, eso realmente transforma a las mujeres.

¿Nos vamos a esforzar para no juzgar?

¿Qué tal vivir esta orientación Divina al pie de la letra y, aun cuando sea necesario juzgar, intentar ser justa y honesta analizando todos los lados posibles? Como dice la Palabra de Dios:

“No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio” (Juan 7:24).

¡No todo es lo que parece ser, las apariencias engañan!

Por Bianca Carturani

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