“Nada se compara a la bendición de tener el Espíritu de Dios”
Estaba muy mal económicamente, no tenía los medios para brindarles lo mejor a mis hijos. De hecho, vivíamos en una casa de madera con láminas de cartón. Mis hijos comían gracias a que mis vecinos nos ofrecían un taco; de otra manera, nos quedábamos sin comer. ¡Estábamos en la miseria! Tanta era mi desesperación por tener a mis niños en esas circunstancias que pensé que la única manera de terminar con nuestro sufrimiento era matándonos. Así que tuve la idea de abrir las llaves del gas y prender un cerillo para que ahí se acabara todo, pues para mí ya nada tenía sentido. Gracias a Dios, no lo hice.
«Llegué al Centro de Ayuda Universal y me dijeron que Dios podía transformar mi historia de sufrimiento a felicidad. Creí de verdad y participé en las Hogueras Santas de Israel. En cada una, Él me ha dado la victoria.»
Primero, nos dio la condición de un buen trabajo, esto me permitió conquistar nuestra casa hecha tal y como la imaginé. Luego abrí un negocio, así pude darles a mis hijos la oportunidad de terminar una carrera universitaria.
Sin embargo, esto no era suficiente, quería más, necesitaba una alianza profunda con Dios, así que sacrifiqué por tener el Espíritu Santo. Aunque hoy tengo casa, empresa, autos y una familia unida, nada de esto se compara con la bendición de tener Su Presencia en mí porque eso me garantiza la Salvación y, sin duda, ¡eso no tiene precio!”, Leticia Maya.
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