Nada que perder: la película que está impactando a multitudes
La película Nada que perder muestra la trayectoria del Obispo Edir Macedo desde la infancia y los primeros desafíos en el interior de Rio de Janeiro, pasando por momentos importantes como la fundación de la Iglesia Universal, hasta la compra de la Record TV. El presentador y escritor Renato Cardoso explicó que la película es una oportunidad para que los espectadores conozcan detalles nunca revelados.
“La mayoría de las personas en Brasil y hasta en otros países solo oyeron hablar del Obispo Edir Macedo por la boca de los que lo odian, de los que temen el crecimiento de la Universal. A lo largo de buena parte de los 40 años, la Iglesia sufrió ataques implacables y las personas no conocían el otro lado de la historia”, comentó Cardoso.
A decir verdad, Nada que perder es una súper producción. La película tiene más de 6 mil extras y fue filmada en 100 locaciones en el interior de Sao Paulo, Brasil y en Rio de Janeiro. Los lugares retratan el Brasil de los años 60, 70, 80 y 90. Además, la producción grabó en locaciones en Israel, Estados Unidos y en África del Sur. El filme está basado en la trilogía de libros con el mismo nombre que se convirtió en best-seller con más de 7 millones de ejemplares vendidos.
Por otra parte, lo impactante de la historia es que, una vez que se estrenó, personas de distintas religiones y creencias visitaron las salas de cine en el estreno en Brasil, muchas de ellas agobiadas por distintos problemas, pero con la seguridad de que esta historia de superación ayudaría a despertar su fe. ¿El resultado? Muchas han sido bendecidas y se han entregado al Dios de la Biblia.
A continuación, podrás ver uno de los muchos relatos que han surgido desde la aparición de esta película en pantalla grande.
Tras ver Nada que perder fue sanada
Marli
“Vi la película del Obispo Macedo. En el final de la película, él consagra un pañuelo y habla acerca de cómo usarlo. Cuando llegué a mi casa, me dio un dolor muy fuerte y sentía como si quemara, era un dolor que ya no estaba soportando y mi marido iba a llevarme al hospital.
En ese momento, me acordé del pañuelo y lo puse en donde me dolía. De pronto, eso que estaba dentro de mí salió, ¡no sentía más dolor! De ahí en adelante, me he sentido bien y muchas cosas han mejorado en mi vid. Estoy segura de que sané por completo”.
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