Los motivos para que ella se quede furiosa
En una relación entre el hombre y la mujer no todo es flores y amores. También existen algunos desacuerdos y discusiones. Y esa falta de comprensión puede poner el matrimonio en riesgo y llevar a la pareja al divorcio. En muchos casos, el hombre le echa la culpa de las peleas a la mujer, pero el gran detalle es que, aunque no lo admita, él puede estar actuando mal y ser el responsable de las desavenencias.
Ojos cerrados
Muchas veces, cuando ese hombre encuentra a su esposa enojada, por ejemplo, no quiere tomar nota de lo que está sucediendo y le cierra los ojos al problema. Si ella está “trompuda” y no habla con él, el hombre también se queda quieto. No quiere saber si ella está así a causa de aquel grupo de WhatsApp, de que a ella no le gusta porque solo tiene publicaciones machistas; si fue porque llegó tarde entresemana, después del futbol con los amigos; o si ella está enojada porque, en las redes sociales, él continúa siendo amigo de aquella mujer que se le insinuaba cuando aún no estaba casado.
Monólogo
La verdad es que, independientemente del motivo, el hombre no hace nada para resolver el problema —mucho menos si la mujer habla sobre la cuestión. En este caso, él evade el tema y hasta busca una forma de desaparecer del recinto en el que está sucediendo el “monólogo”, pues solo quien habla es la esposa. Él no dice ni pio. Cuando concuerda con lo que está siendo dicho, es solo para que la conversación termine lo más rápido posible.
Actitud equivocada
También existe aquel tipo de hombre que sabe que metió la pata y decide llevar a la mujer a cenar o viajar como una forma de amenizar la situación e intentar redimirse. Él cree que todo estará bien después de eso, pero no toca el tema que puede haber causado el malestar entre ellos, tampoco le pide disculpas a su esposa.
Hay incluso una actitud masculina peor: el hombre que no logra argumentar y manda a su esposa que se calle. Se equivoca quien piensa que ese tipo de acción demuestra lo que es ser un hombre de verdad. Quien actúa así necesita reconocer su error y se corrige.
Sin trampas
Eso no quiere decir que la esposa siempre tiene razón, sino que el hombre necesita aprender a dialogar con ella. Él puede tener su posición y argumentar para defenderla y también puede tener humildad para reconocer cuando esté equivocado. Eso es difícil para el hombre que es orgulloso, pero no imposible. Al tomar esa actitud, él abrirá el camino para no caer en trampas que pueden terminar con su matrimonio.
Solucionador
El hombre, por naturaleza, es solucionador de problemas. Sin embargo, si huye de este aspecto, las adversidades solo tienden a aumentar. Si eso ocurre en el día a día, en el matrimonio, no es diferente. Por eso, el hombre no puede exculparse de sus responsabilidades. Una de ellas es conversar civilizadamente con su esposa sobre los problemas que están sucediendo, sin huir de la conversación, sin ser grosero ni agresivo al punto de mandarlo a callarse. El hombre necesita actuar con razón e inteligencia para mejorar su comportamiento y consecuentemente su matrimonio.
¿Qué falta?
¿Parece que usted está viviendo en un campo minado y que tiene que tomar el máximo cuidado con lo que dice o le sugiere a su pareja? ¿Por qué ella explota de la nada?
Eso es una señal de que falta algo en la relación.
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