«Lo que tengo es gracias a que devolví a Dios lo que es de Él»

«Al venir de una familia con muchos hermanos y tener apenas para lo esencial, decidí meterme a trabajar desde muy niña. Sin embargo, las deudas no bajaban, pese a que me esforzaba por salir adelante.

Así crecí entre pobreza y carencias. Nunca pude comprarme algo que se me antojara y, aun siendo madre, no me alcanzaba ni para comprar los uniformes de mis hijos. Sin un techo para vivir, debía decidir si me quedaba con los niños o me iba a trabajar dejándolos solos.

Un día, una vecina me invitó al Templo de los Milagros y asistí. Con el tiempo, al entender que, si le era fiel a Dios, Él podía cambiar mi vida, decidí obedecer y devolverle las primicias de lo que Él me da, como una forma de honrarlo. De no tener nada, me empezó a ir bien económicamente, pero cometí un error: me aleje.

Cuando fui consciente de la importancia de acercarme nuevamente a Él y lo puse como una prioridad en mi vida, me abrió el mar de bendiciones: tengo una empresa que me dejó muchas ganancias para hacer mi casa a mi gusto, comprar una camioneta y poner un segundo negocio que próximamente será cadena.

Mis hijos terminaron sus carreras, trabajan conmigo y entre todos hacemos que la empresa crezca. A pesar de que mucha gente nos conoce y no nos hace falta nada, estamos conscientes de que, lo que tenemos, es gracias a Dios.» -Susana García