Lesiones de columna, más que un padecimiento común

El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), reporta que ocho de cada 10 pacientes que llegan a consulta por dolores se debe a que han tenido algún tipo de dolor o lesión de espalda por mal uso de la columna vertebral, principalmente por malas posturas o cargar cosas muy pesadas. Entre las actividades que dañan la columna vertebral, el IMSS señala que están: hablar por teléfono celular, leer en la cama, sentarse en la orilla del asiento, usar mucho zapato de tacón o incluso agacharse a levantar un lápiz. Parecerían actividades cotidianas que no representan algún riesgo, sin embargo, el mal uso de la columna puede generar desde una contractura muscular hasta lesiones graves que nos pueden llevar al quirófano.

La dependencia comunicó que en los niños las lesiones se deben a que cargan mochilas muy pesadas; en los adolescentes por el uso excesivo de celular y en los adultos por levantar cosas muy pesadas.

No obstante, en el caso de los adultos mayores se debe tener mayor cuidado, ya que muchas veces tienen otras patologías asociadas, como osteoporosis, artritis reumatoide, osteoartrosis, etcétera.

Además, emitió algunos consejos para el cuidado de la columna:

• En los niños no cargar mochilas con más de dos kilos de peso.

• Poner los monitores de la computadora en una posición adecuada para no forzar la columna.

• Sentarse derechos.

• Fortalecer la espalda con ejercicio.

• Bajar de peso, el sobrepeso daña la columna. Con el conocimiento de cosas sencillas como esta se pueden prevenir lesiones dolorosas.

«Me dijeron que estaría en una silla de ruedas de por vida»

“Después de una caída, mi columna se vio afectada severamente. Tenía un dolor fuertísimo en la espalda y el coxis, tal era la molestia que incluso perjudicó mi movilidad y llegué al punto de no poder caminar, solo estaba en cama.

Fue un lapso de dos años el tiempo que estuve en esas condiciones. Acudí con diversos médicos, gente especializada en el tema, pero aún con los tratamientos mi salud no regresaba. Cada día las molestias aumentaban. Un médico me dijo que la posibilidad de contrarrestar un poco el dolor era con una cirugía, pero no garantizaba resultados. El pronóstico era que iba a estar de por vida en una silla de ruedas o con un andador. Emocionalmente, también me afectaba porque no soportaba el hecho de ser dependiente de mis familiares, ya que no podía vestirme sola, comer sola o ir al baño.

Una noche en la que no podía dormir, vi el programa de la Universal que hablaba de la Reunión de Sanidad y al ver gente que había sanado de sus enfermedades, quise acudir también. Mi esposo me llevó y desde que entré tuve seguridad de que Dios me sanaría, esa fue mi fe.

Tras acudir semanalmente, usar la fe y practicar la Palabra de Dios, tuve la bendición de mi sanidad. Hoy no dependo de nadie. Me puedo mover por mí misma y no tengo más dolor. Sé que, así como yo sané, muchas personas sanarán al venir los martes y usar la fe”, Carmen.

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