La muerte no avisa: ¿estarás listo?

La muerte no avisa: ¿estarás listo?

Por Dep. Web

La mayoría de las personas vive como si la muerte fuera algo lejano, olvidando que la vida es apenas un soplo. La verdad es que la muerte no avisa: llega en cualquier momento. La gran pregunta no es cuándo sucederá, sino si estaremos preparados para ese instante.

Esa fue la reflexión con la que comenzó el Santo Culto del pasado domingo 17 de agosto, ministrado por el obispo Franklin Sanches. Con base en la parábola de las diez vírgenes, el obispo destacó dos enseñanzas fundamentales:

  1. No debemos dejar pasar el tiempo para arreglar nuestras cuentas con Dios.
  2. La salvación es un asunto personal e intransferible.

«No jueguen con su salvación, no piensen que se puede dejar para después. La gracia de Dios solo dura mientras estamos vivos, para que nos entreguemos a Él de verdad y nos bauticemos en las aguas, arrepentidos de nuestros pecados, porque queremos dejar atrás la vida errada y hacer Su voluntad. Mientras estamos con vida tenemos esa posibilidad, pero después de la muerte, ya no», resaltó el obispo.

El aceite en la lámpara

El pasaje de Mateo 25:1-5 relata:

«Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio. Y cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Porque las insensatas, al tomar sus lámparas, no llevaron consigo aceite; pero las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, junto con sus lámparas».

En la Biblia, el aceite simboliza al Espíritu Santo. De esta manera, explicó el obispo, cinco de las vírgenes representan a quienes, estando en la iglesia, solo se enfocan en lo que pueden recibir en esta vida, pero nunca valoran lo esencial: ser llenos del Espíritu Santo.

A simple vista, no es fácil distinguir quién realmente entregó su vida a Jesús. «Todos pueden aparentar ser de Dios. La diferencia está dentro de cada uno. El aceite, el Espíritu de Dios, es lo que mantiene nuestra lámpara encendida. Cuando la persona está vacía, tarde o temprano se nota: en medio de los conflictos se desanima de la fe, porque no tiene suficiente aceite», explicó.

El regreso del novio

La parábola continúa:

«Al tardarse el novio, a todas les dio sueño y se durmieron. Pero a medianoche se oyó un clamor: “¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo”» (Mateo 25:5-6).

Al respecto, el obispo recalcó que nadie sabe cuándo vendrá el Señor Jesús: tal vez vendrá colectivamente, para llevar a toda Su iglesia, o individualmente, cuando cada uno parta de este mundo. Lo cierto es que ese día llegará, y la gran pregunta es: ¿cómo estará nuestra lámpara?

«Uno piensa: “Dios es muy bueno, no va a lanzar a Sus hijos al infierno”. Pero Dios no hace eso. Son las mismas personas quienes terminan allí porque decidieron jugar con su salvación, vivir en el pecado, pensando que tendrían tiempo, pero el tiempo se les acabó. El mayor dolor de quien se pierde es saber que tuvo la oportunidad, pero la despreció porque amó más a este mundo que al Señor Jesucristo», señaló.

El texto bíblico concluye con una advertencia:

«… vino el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: “¡Señor, ábrenos!” Pero respondiendo él, dijo: “En verdad os digo que no os conozco”. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora» (Mateo 25:10-13).

El obispo resaltó la seriedad de este mensaje: «Piense en eso: una persona que pasa toda la vida dentro de una iglesia y, aun así, no ser conocida por Jesús. ¿Por qué? Porque nunca se acercó de verdad a Él, nunca tuvo una relación con el Señor, nunca fue llena del aceite que Jesús da. Solo estaba en la iglesia buscando recibir algo, pero Él no la conocía».

Finalmente, hizo un llamado a la siguiente reflexión: «Si usted no tiene comunión con Dios; si no ora, no ayuna, no medita en Su Palabra; si no se entregó en el bautismo en las aguas para sepultar sus pecados; si no le dio el 100 % de su vida, Él no le va a reconocer. La salvación es personal, no se comparte. Todo acaba, pero el alma es eterna. Tal vez usted hoy está sin aceite, sin fuerzas, pero el Espíritu Santo quiere darle salvación, perdonar sus pecados y llenarle de Su presencia. Así, cuando llegue esa hora, usted se alegrará, porque escuchará la voz del Salvador, el novio, que dirá: “Venid, bendito de Mi Padre”».

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