Estaba cerca la Pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados. Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de Mi Padre casa de mercado.
«Entonces se acordaron Sus discípulos que está escrito: El celo de Tu Casa Me consume. Y los judíos respondieron y Le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto? Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y Tú en tres días lo levantarás? Mas Él hablaba del templo de Su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, Sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho.» Juan 2:13-22
Ahora pregunto: ¿Por qué los discípulos se acordaron, todos unánimemente, del mismo pasaje? ¿Y por qué los judíos no se acordaron de nada de lo que estaba escrito? Si todos ellos estaban en el Templo, ciertamente leían y oían de la Palabra de Dios.
Y los judíos todavía Le preguntaban a Jesús qué señal era aquella que estaba haciendo, pues estaban sorprendidos por la actitud de Jesús. Sin embargo, Él respondió de una forma no comprensible, haciendo aún más confusión en la cabeza de ellos, generando más y más dudas.
Lo interesante es que los discípulos no sabían lo que los demás discípulos habían recordado, ¡pero todos ellos se acordaron del mismo pasaje bíblico!
¿Quién hizo eso? ¿Quién hace eso?
El Propio Espíritu Santo es Quien auxilia. Hace recordar no solo para que se recuerde, sino también para enseñanza. Aquellos discípulos entendieron que Jesús tenía celo por las cosas de Dios. Él no aceptaba que aquellos hombres llegaran al Templo con “todo listo” para “ser sacrificado” (los bueyes y las ovejas eran para el sacrificio), sin al menos haberse preparado, y haber escogido de antemano, con cuidado, la ofrenda para Dios. Con certeza, ellos notaron que Jesús, cuando estaba cerca la Pascua, subió a Jerusalén, mostrando que no se debía llegar de cualquier forma.
Muchas personas quieren que Dios responda sus indagaciones. Cuantas más dudas tienen, menos son respondidas. ¿Y por qué? Porque no tienen celo por las cosas de Dios. Quieren hacerlo solo para cumplir un ritual, pero no quieren entregar lo mejor a Quien salva y cuida.
Jesús no les respondió de forma clara a los judíos. Y la Biblia relata que los judíos Lo indagaron, pero Él no explicó nada.
El Espíritu Santo Se encargó de explicar lo que el Señor Jesús no les había explicado a los discípulos. Él es el Auxiliar de aquellos que celan por las cosas de Dios. Celan por su ofrenda de vida.
El Espíritu Santo no solo orientó cuando Jesús estaba expulsando a los animales, sino también después, cuando Jesús murió y resucitó. Los discípulos nuevamente se acordaron de las Palabras de Jesús, creyeron en las Escrituras y en lo que Jesús había dicho.
Ahora usted entiende con quién el Espíritu Santo habla. Habla con aquellos que tienen todo el cuidado, el celo y la atención para con las cosas de Dios. Que se preparan, observan a sus ofrendas y a sí mismos todo el tiempo.
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