¿Dejarás pasar esta gran oportunidad?
¿Cuántas veces has escuchado que el cambio empieza por ti mismo? ¿Cuántas veces has oído historias de personas que creyeron en sí mismas cuando nadie daba nada por ellas, pero vencieron los obstáculos, fueron perseverantes y lograron lo inimaginable? Quizá todo esto te motivó, sin embargo, ni aun así lograste hacer tus sueños realidad. ¿Qué está faltando?
Todos los lunes, cientos de personas acuden al Congreso para el Éxito buscando esa respuesta. Cada semana hay más y más testimonios que cuentan sus experiencias, demostrando que sus vidas están tomando un rumbo diferente. Muchas crecieron, vivieron y estuvieron acostumbradas a la miseria, sin embargo, ¿por qué afirman que hubo este cambio económico después de perseverar en los propósitos de fe?
En el Congreso para el Éxito también aprendes a creer en ti mismo, a valorar lo que haces y lo que eres capaz de hacer. Pero, en esta lucha no estás solo: “Porque todas las promesas de Dios en Él son ‘Sí’. Por eso, por medio de Él también nosotros decimos ‘Amén’, para la gloria de Dios” (2 Corintios 1:20).
El Congreso para el Éxito es la escuela que te enseña a usar el poder de tu fe y de la obediencia en la Palabra de Dios para que logres lo inimaginable cuando te conviertas en aliado del Señor.
Te esperamos con las puertas abiertas y no te pierdas la próxima reunión.
No tenía salud ni dinero…
Irene Salazar
“Me enfermé y mi esposo me llevó con unas personas que, supuestamente, me iban a sanar. Para que esto fuera posible, le exigieron dos millones de pesos: él dio sus ahorros y pidió prestado a cuanta persona pudo. Esto provocó que el negocio que teníamos se fuera a pique y, por ende, nos quedáramos con una tremenda deuda que parecía imposible de pagar.
Cuando llegué a la Universal fue diferente porque entendí que solamente necesitaba fe para poder sanar y salir de los problemas financieros. Aplicando lo que me enseñaron, sané y después mi negocio prosperó: pude abrir tres locales más, así pude comprar un auto nuevo y puede viajar al Templo de Salomón, en Brasil. ¡Soy feliz porque tengo al Señor Jesús en mi vida!”.
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