Confesar y abandonar
“Hijitos Míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo” (1 Juan 2:1).
Caer en tentación no significa necesariamente perder el Espíritu Santo. Mantenerse en el pecado resistiendo Su Voz, eso sí puede ser fatal. ¿Quién, aun siendo bautizado con el Espíritu Santo, nunca tuvo deslices en la vida? Nadie, salvo el Señor Jesús.
Si cae en tentación, confiese el pecado y abandónelo inmediatamente. Todos somos pasibles de cometer errores, incluso estando sellados con el Espíritu Santo. A fin de cuentas, somos casas de barro. Sin embargo, todos los sellados tienen la dirección del Espíritu alertando en cuanto a la permanencia en el pecado. En el caso de que no haya arrepentimiento inmediato, eso significa seguir “apagando el Espíritu”.
Los no bautizados con el Espíritu Santo no tienen el discernimiento espiritual. Debido a eso, son más vulnerables a los ataques del mal. Esa es la razón de invertir fuerte en el recibimiento del Espíritu Santo para mantenerse sano y salvo.
Fuente: Libro El Pan nuestro para 365 días, del obispo Edir Macedo
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