¿Cómo actuar ante las persecuciones?

Las persecuciones son inherentes a la vida de todos los que deciden asumir la fe en el Señor Jesús y vivir de acuerdo con Su Palabra. Él mismo nos alertó, pero también nos confortó al respecto de ellas:

«Bienaventurados sois cuando por Mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros» (Mateo 5:11-12).

De acuerdo con el obispo Edir Macedo, este tema es de extrema importancia para el mantenimiento de la fe, por lo que hizo hincapié al hablar al respecto de esto, durante la Palabra Amiga transmitida recientemente, por la Red Aleluya.

Según él, la persona que tiene fe en Dios tiene el poder de la comunicación directa con el Altísimo, pero, infelizmente, muchas han perdido ese canal de comunicación con el Creador por no soportar las persecuciones y, por eso, abandonan la fe. «Pocos son los que resisten las avalanchas de injusticias, calumnias, mentiras, injurias y difamaciones a causa de la fe en el Señor Jesús», comenta el obispo.

Sin embargo, él aclara justamente el Señor Jesús dejó dichas palabras para esas personas. «Jesús no exageró cuando habló de la grandeza de nuestro galardón en el cielo. Para que Él dijera que es grande, es porque nuestra mente no puede concebir algo tan sublime», resaltó el obispo.

Para ser aún más claro con los oyentes, el obispo leyó lo que escribió acerca de este versículo en la edición de la Sagrada Biblia que contiene sus comentarios de fe:

«Las persecuciones contra los elegidos de Dios siempre existieron y siempre existirán mientras estemos en este mundo. Hay quien está sufriendo en esta vida por las malas elecciones que hizo y por los caminos equivocados en los que eligió andar. No hay ninguna honra en sufrir por los errores cometidos, pues esto es fruto de lo que fue sembrado. Pero sufrir por la fe en el nombre del Señor Jesús es un gran privilegio».

Por eso, en vez de entristecernos, de lamentarnos o intentar defendernos, debemos alegrarnos, afirma el obispo. «Si las personas son injustas con usted, hablan mal de usted y lo ven de mala manera, dé gracias a Dios», orienta. Según él, ellas son empujadas por la envidia, el mismo sentimiento que Caín nutría con respecto a Abel.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que nuestra recompensa no se da por lo que hacemos, sino lo que somos ante Dios, por nuestro carácter, por andar de acuerdo con Su voluntad y sufrir injurias y difamaciones a causa de Su nombre.