7º Día del Ayuno de Daniel
Mi Hijo Amado…
Solo el Espíritu de Dios tiene autoridad para testificar quiénes son Sus hijos.
Ninguna religión o ser humano es capaz de eso.
Solamente quien generó reconoce a los hijos.
Fue lo que sucedió en el Monte Hermón.
Solo el Dios Padre, a través del Espíritu, glorifica, reconoce, testifica, testimonia, confirma a quien Él generó.
Esa es la razón de la alegría indecible cuando se nace del Espíritu.
La paz del Espíritu de la Paz es la primera señal, porque todas las acusaciones pecaminosas son borradas. La persona se siente limpia, pura, lavada en su interior.
Otra señal del Espíritu que acompaña a la paz es la alegría. No es una alegría común, placer momentáneo o cosa parecida. Esa alegría nada tiene que ver con las de este mundo. Al contrario, es una alegría inexplicable, un gozo singular, que solo quien la experimenta sabe qué es, pero no sabe explicarla. Por eso, llora de alegría y se alegra de lloro.
¡Ah! ¡Qué día!
¡Ah! ¡Qué momentos tan sublimes!
El Hijo fue honrado por el Padre antes de ser humillado por el mundo.
Ahora, por medio de Jesús, el Padre honra a los demás hijos que van siendo generados por el Espíritu Santo.
La nobleza de la paz y de la alegría desprecia a todos los valores de este mundo.
¡Realmente a todos! ¡100%!
El placer de ser llamado hijo por el Padre compensa cualquier tribulación.
Por eso, el apóstol afirma:
«¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de Ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.» Romanos 8:35-39
Verdadera locura de la fe.
Probablemente, muchos, al leer este texto, no van a entender…
Solo quien ya vivió tal experiencia sabe evaluar el significado de ser hijo de Dios.
«Este es Mi Hijo Amado; a Él oíd.» Lucas 9:35
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