4º Día del Ayuno de Daniel
El Poder del Espíritu Santo
¿Qué hizo el Señor Jesús con el poder que recibió?
«Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: Toda autoridad Me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Mateo 28:18»
Encontramos ese poder repartido en la Biblia:
Los niños – Los discípulos, que aún no tenían el poder de amar, no querían que ellos se aproximaran, pero el Señor dijo: Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a Mí, porque de los que son como estos es el reino de los cielos. (Mateo 19:14)
La adúltera: Ella iba a ser apedreada de acuerdo con la ley, pero en la ocasión el Señor Jesús, lleno del poder de la compasión, dijo: El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra (…) se fueron retirando uno a uno (…) Vete; desde ahora no peques más. (Juan 8:7-11)
Zaqueo, Nicodemo, Lázaro, enfermos, ladrones y muchos otros vieron llegar a sus vidas el poder de la fe, de la misericordia, del amor y de la salvación por medio del Señor Jesús.
Entonces, ¿por qué usted quiere ese poder?
«…pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros… Hechos 1:8»
Es cierto que la vida de la persona cambia, pues es imposible que alguien reciba el Espíritu Santo y sea derrotado, fracasado, infeliz o vacío, ya que dentro de él habita el Propio Dios. Sin embargo, es necesario definir cuál es el propósito de querer ese poder.¿Sería solamente para atender a sus intereses personales, crecer, realizar su sueños, etc.?
La Biblia cuenta que Pedro y Juan fueron a Samaria y, en la imposición de manos, los que recibieron la Palabra fueron bautizados con el Espíritu Santo. Simón, cuando vio que podía crecer si recibía el mismo poder, les ofreció dinero a los apóstoles:
«Cuando Simón vio que el Espíritu se daba por la imposición de las manos de los apóstoles, les ofreció dinero… Hechos 8:18»
Fue cuando Pedro le dijo que debía arrepentirse, pues su corazón no era recto delante de Dios.
Pensando en eso, ¿qué Le ha ofrecido usted a Dios para recibir el Espíritu Santo?
El Espíritu Santo viene cuando la persona tiene sed de la Salvación, tiene el fuerte deseo de servir, de ser testigo del Señor Jesús, y no simplemente de dar testimonio de una vida bendecida.
«…y Me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. Hechos 1:8»
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