«Ve y haz tú lo mismo»

En el Santo Culto del pasado domingo 16 de febrero, el obispo Franklin Sanches habló sobre la verdadera esencia del cristianismo, basándose en la parábola del Buen Samaritano.
Cada día interactuamos con amigos, compañeros, familiares o desconocidos, y con frecuencia escuchamos a alguien decir: «tengo problemas». Pero ¿cómo reaccionamos ante eso?
Quien dice amar a Dios refleja Su esencia a través de sus actitudes. Así lo enseñó el Señor Jesús cuando un intérprete de la ley le preguntó qué hacer para heredar la vida eterna. Su respuesta fue clara: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo» (Lucas 10:27).
Un amor demostrado con hechos
Para ilustrarlo, Jesús contó la parábola del Buen Samaritano: un hombre asaltado y herido quedó al borde del camino. Un sacerdote y un levita pasaron junto a él, pero lo ignoraron. En cambio, un samaritano pasó y «cuando lo vio, tuvo compasión, y acercándose, le vendó sus heridas, derramando aceite y vino sobre ellas; y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y lo cuidó» (Lucas 10:34-35).
Finalmente, Jesús preguntó: «¿Cuál de estos tres piensas tú que demostró ser prójimo del que cayó en manos de los salteadores?». La respuesta fue: «El que tuvo misericordia de él». Y Jesús concluyó: «Ve y haz tú lo mismo» (Lucas 10:36-37).
El verdadero cristianismo
El obispo enfatizó que quien realmente tiene una experiencia con Dios surge en él esa compasión del samaritano. Deja de ser egoísta y se convierte en alguien que no solo habla de Jesús, sino que lo demuestra con su manera de vivir.
El samaritano no expresó su amor con palabras, sino con acciones: se detuvo, ayudó y llevó al herido a un lugar seguro. «Eso es el cristianismo, la esencia de quien realmente conoció a Dios», afirmó el obispo.
Cuando alguien nos comparte sus problemas, ¿qué clase de personas somos? ¿El sacerdote y el levita, que solo pasan de largo? ¿O el samaritano, que actúa con misericordia?
Ejemplo en casa
Muchos esperan que Dios cambie a su pareja o hijos, pero ¿y nosotros? ¿Somos la persona que nuestra familia necesita?
Quien ha nacido de Dios ya no es agresivo ni indiferente, sino alguien que cuida, respeta y trata bien a los suyos, aunque no lo merezcan. Porque el verdadero cristiano es una fuente que solo da.
«Si quiere reconstruir su hogar, primero cambie usted. Dele su vida a Jesús para que Su Espíritu lo transforme. Cuando Él habita en su interior, se convierte en una fuente que solo da: “El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: ‘De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva’” (Juan 7:38). De ese modo, dará sin esperar nada a cambio, y en su momento, recibirá de Él la respuesta», concluyó.
También lee: Dé sin esperar nada a cambio
Santo Culto – Rendirse para vencer
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