Mujer, no necesitas ser perfecta para ser amada

¡Es increíble cómo las mujeres son tan susceptibles a sentir que lo que hacen nunca es suficiente o lo bastante bueno!

Por más que trabajen y se entreguen, parece que todo sigue igual: la casa sigue exigiendo mucho, los hijos siguen siendo difíciles, el esposo sigue malhumorado, la aguja de la báscula no baja…

Y claro, muchas creen que la culpa de todo lo malo que sucede es de ellas.

Entonces, entran en un ciclo de autoexigencia, de desvalorización, hasta llegar al agotamiento emocional.

Por eso encontramos tantas mujeres sobrecargadas, estresadas, enfermas de tantas formas, incluso con menopausia precoz, arrastrándose por la vida.

Y cuando el problema es interno y la presión mental ahoga, no sirve de nada el jugo verde, contemplar el atardecer, el té de manzanilla, el aceite de lavanda, contar del 1 al 10, ni ninguna otra técnica de relajación.

Lo digo porque sé que ya intentaste aliviar la carga, calmarte y ser mejor, pero el problema es mucho más profundo que una simple postura.

La culpa no se sana con paliativos externos. Es necesario cambiar la forma en que te ves y cómo percibes la vida.

El primer paso hacia una vida más ligera es no entregarse a las emociones negativas, porque no todo es como lo sentimos. Las emociones pasan, pero las malas consecuencias se quedan en el cuerpo y en las relaciones.

Así que, no necesito quedarme atrapada en sentimientos negativos, ni cargar con pesos que solo dificultan el camino.

Hacemos lo que podemos.

Lo que no podemos, lo confiamos a Dios, porque «Dios lo da a sus amados mientras duermen» (Salmos 127:2).

Así que, entiende que es inútil preocuparse, correr, angustiarse o desesperarse.

Ya has ayudado a tanta gente, ¿qué tal si ahora te ayudas a ti misma y haces por ti lo que nadie más hará?

Núbia Siqueira