¡Esta gloria no se compara!

Muchas personas acuden a la iglesia, pero no todas tienen consciencia del valor del alma. Por eso batallan y se esfuerzan para resolver problemas, pues solo piensan en salir de ellos y hasta tratan de negociar con Dios: «te doy esto si Tú me das aquello».
Pero, de acuerdo con el obispo Franklin Sanches, durante el Santo Culto del 14 de diciembre, Dios no quiere simplemente resolver sus problemas, quiere que lo conozcan. «Así dice el Señor: No se gloríe el sabio de su sabiduría, ni se gloríe el poderoso de su poder, ni el rico se gloríe de su riqueza; mas el que se gloríe, gloríese de esto: de que Me entiende y Me conoce» (Jeremías 9:23).
La gloria del hombre es conocerlo y ser conocido por Él. Cuando el Señor Jesús salió del Jordán, se escuchó una voz que decía: «Este es Mi Hijo amado, en quien tengo complacencia» (Mateo 3:17). Asimismo, la gloria está en también escuchar que Él nos diga: «tú eres mi hijo amado», y eso no se consigue con dinero, poder ni sabiduría humana, solo al rendir el alma; es ahí cuando el Espíritu de Dios nos da esa revelación.
Hecha a la medida
El rey Salomón describió el problema más grave del alma: mientras ella busque llenarse de cosas y sensaciones, solo conseguirá alegría momentánea y nunca estará satisfecha, pues el alma está hecha a la medida de Dios.
«Y me engrandecí y superé a todos los que me precedieron en Jerusalén; también la sabiduría permaneció conmigo. Y de todo cuanto mis ojos deseaban, nada les negué, ni privé a mi corazón de ningún placer, porque mi corazón gozaba de todo mi trabajo, y esta fue la recompensa de toda mi labor. Consideré luego todas las obras que mis manos habían hecho y el trabajo en que me había empeñado, y he aquí, todo era vanidad y correr tras el viento, y sin provecho bajo el sol.» (Eclesiastés 2:9-11).
El obispo explicó que, cuando una persona no tiene la presencia de Dios, su alma tiene ganas de sentir y tenerlo todo. «Esto comienza desde la niñez. Usted puede observar a los niños que quieren un juguete, si usted lo compra y se los da, durante unos días ese juguete será su todo. Pero después lo dejarán porque querrán otro».
De la misma manera, hay quienes, a pesar de estar casados, buscan a otra persona, pues el alma es insaciable. Es como el caso de la mujer samaritana, ella ya había tenido varios maridos, no obstante, aún no encontraba la felicidad. Hasta que el Señor Jesús le mostró que quien bebe del agua que Él da no vuelve a tener sed, porque solo Él puede saciar definitivamente el interior.
¿A dónde iremos?
Un día, de una u otra manera, todos partiremos de este mundo, ¿y qué o a quién nos vamos a llevar? Al partir nos iremos solos; nadie podrá llevar a su pareja, a sus hijos, sus diplomas, su carro, su casa ni nada. Sin embargo, al momento de morir será revelado quién es el dueño de nuestra alma.
Algunos dicen que «todos iremos al mismo lugar», pero la realidad es que solo quienes aceptaron el sacrificio del Señor Jesús y fueron fieles a Él pasarán la eternidad a Su lado.
Por lo tanto, no importa si ya pensó en quitarse la vida, si ya tuvo otras creencias, si ya fue al brujo o a cualquier otro lado. Si usted está verdaderamente decidido y dice: «ya no quiero seguir sintiendo este vacío, quiero conocer a Jesús», entonces el propio Espíritu Santo llenará su alma para comenzar una nueva historia.













comentarios