«Un virus dejó a mi niño sin ninguna esperanza»   

«Mi hijo nació bien, pero dos años de edad le dio encefalitis viral. Esto provocó que ya no pudiera hablar, escuchar, ni caminar y no tenía sensibilidad, por ello dependía de una traqueostomía para respirar y una sonda para alimentarlo. Los especialistas no nos daban esperanzas. Era una situación muy difícil y dolorosa. De lunes a viernes estábamos en el hospital y necesitaba cuidados de día y de noche, porque en cualquier momento se podía tapar la abertura en su tráquea.» relató María Concepción Chávez quien perdió la paz después de ver las secuelas que le dejó esta enfermedad a su hijo. 

Según el portal de Stanford Medicine Children’s Health, esta afección es la inflamación del cerebro, generada principalmente por un virus, causando desde confusión mental, convulsiones, rigidez del cuello, hasta el coma.  La condición de su hijo era grave y no le daban esperanzas. Además, vivía angustiada pensando que en cualquier momento él dejaría de respirar, pero, a pesar de los pronósticos, mantuvo la esperanza: «Conocimos la Universal por un periódico. Mi esposo acudió, pero no le gustó, no obstante, medio año después decidimos ir los 2. Aunque la situación no había cambiado, me sentí bien pues percibí que había una esperanza. 

Aunque no lo podía sacar a la calle, usé mi fe en todos los propósitos y oraba pidiendo su sanidad. Poco a poco empezó a mejorar, primero emitía sonidos, fijó su mirada y comenzó a entender cuando le hablábamos, y en unos meses volvió a caminar.  

No fue de la noche a la mañana, y mucho menos fácil, porque, aunque veíamos mejorías, los especialistas nos decían que él nunca sanaría y que, al contrario, nosotros necesitábamos ayuda para aceptar la situación. Pero gracias a Dios, no desistimos y hoy él camina, habla y hasta va a la escuela, es un niño sano y normal. El Espíritu Santo es me ayuda y fortaleza, Él me da la seguridad de que todo va a esta bien, pues con Dios no hay caso imposible.» finalizó. 

Casos Imposibles

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Fuentes: «Encefalitis en niños», Stanford Medicine Children’s Health