¡Quiero ver a Jesús!

¡Quiero ver a Jesús!

Por Departamento Web 2

¿Se ha preguntado con qué propósito busca a Jesús? La mayoría se acerca a Él por los milagros, quieren restaurar sus matrimonios, sanar, prosperar, ser libres de los males que cargan…, ¿está mal hacer eso?

«No, no lo está. Pues Jesús vino para dar vida. El problema es que una persona puede pasar meses, e incluso años, dentro de la iglesia con ese mismo pensamiento, pero no logra conocer a Jesús; y como no Lo conoce, es vulnerable, inestable y continúa con problemas emocionales. ¿Por qué? Porque no ha entendido que lo más importante no es recibir una bendición, sino ser la bendición. Cuando uno busca a Jesús solo por las cosas que nos puede dar, entonces, solo es una búsqueda de interés. Imagínese tener una relación con alguien que solo está con usted por los beneficios que le puede proporcionar, ¿cómo se sentiría?», explicó el obispo Franklin Sanches en el Santo Culto del pasado domingo 21 de julio.

El obispo añadió que cuando uno quiere conocer a una persona, es necesario relacionarse con ella, y es algo que no se puede hacer a distancia, tiene que haber cercanía e intimidad: «Vea que Dios no le dio a Abraham una bendición, lo hizo ser la propia bendición, pero para que eso pasara, él tuvo que andar con Dios, tener comunión con el Señor. Al volverse una bendición, entonces, Abraham pudo bendecir a personas, reyes, pueblos y hasta naciones; a donde iba, la bendición estaba […]. Para que usted sea la bendición, tiene que conocer a Jesús, recibir el Espíritu de Dios en su vida».

Pero ¿qué necesitamos hacer para conocer al Señor Jesús? La respuesta se encuentra en este hecho:

«Y había unos griegos entre los que subían a adorar en la fiesta; estos, pues, fueron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaban, diciendo: Señor, queremos ver a Jesús. Felipe fue y se lo dijo a Andrés; Andrés y Felipe fueron y se lo dijeron a Jesús. Jesús les respondió, diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo; pero si muere, produce mucho fruto. El que ama su vida la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga; y donde yo estoy, allí también estará mi servidor; si alguno me sirve, el Padre lo honrará (Juan 12:20-26).

Por la historia se sabe que el pueblo griego era conocido por ser pensador e intelectual, por ello se sentía superior. Sin embargo, cuando aquellos hombres escucharon de lo que Jesús hablaba, quisieron conocerlo. Y ahí «Jesús estaba dando el tip para quien quiere conocerlo: necesitamos morir, es decir, morir para nuestra voluntad, nuestras ideologías; tenemos que humillarnos ante Dios, porque mientras carguemos el orgullo y la arrogancia, pensando que somos algo, nunca lo conoceremos. Por eso Él dijo: “Bienaventurados los humildes de corazón (de espíritu), porque ellos verán a Dios”», explicó.

Cuando la persona logra «morir», produce mucho fruto; es decir, su vida florece y no está sola porque tiene la compañía del Espíritu Santo. Ella deja de ser egoísta y piensa en los demás. Uno solo puede conocer a Jesús cuando entienda que necesita humillarse ante Dios, que ya no puede ser alguien que quiere las cosas a su manera. Es necesario aprender a depender y confiar en Él. Quien quiere conocerlo, tiene que negarse a sí mismo, renunciar a su ser para hacer Su voluntad.

«Una vez que usted conoce a Jesús, ¿sabe cuál es la primera cosa que quiere hacer? Servir. Es la primera característica. Nunca conocerá a alguien que tiene el Espíritu Santo y que sea egoísta. Al contrario, quiere que otros conozcan lo que ella encontró y salvar a otras personas […]. Cuando sirve a Jesús de alguna manera, Dios le honrará, le dará la “paga” por lo que hace. Así que, no es suficiente conocer la iglesia, la Biblia…, tiene que colocarse en el Altar. El libro de Proverbios dice que Dios aborrece al soberbio, pero le da gracia al humilde. Si queremos acercarnos a Dios es con humildad. Él les da Su Espíritu a los quebrantados, a los sinceros», finalizó.

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