¿Quiere llorar?

Lágrimas de sangre, lágrimas de leche, lágrimas de cocodrilo, lágrimas de alegría, lágrimas de dolor, de decepción… no sé cómo clasificar sus gotitas saladas.
Pero, las lágrimas derramadas en oración son las únicas recogidas por Dios y guardadas en odres celestiales.
Por eso, tenemos hijos que dejaron de ser solamente hijos del vientre, y ahora son hijos de las lágrimas y de los votos en el Altar.
Matrimonios que dejaron de ser amargos y tristes, para ser fuentes de felicidad y compañerismo.
Cuerpos masacrados por las enfermedades que dejaron de ser débiles, para ser fuertes y saludables.
Entonces, el Señor ve más allá de las lágrimas. Él ve la fe de quien se lanza a Sus pies.
Ahora bien, si llora, no desperdicie sus lágrimas, ¡llore en Su presencia!
¡Llorar en cualquier otra situación, solo alivia la presión y provoca arrugas!
Por Núbia Siqueira
Santo Culto – Rendirse para vencer
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