Nueva pandemia

Solo son suficientes 5 minutos frente a las telenoticias para ver injusticias sociales, violencia, impunidad, corrupción generalizada, el aparente triunfo del mal sobre el bien, entre otra serie casi interminable de motivos para matar todas las esperanzas de días mejores.
La inseguridad del mañana sumada a los dolores del presente provocan en todo el mundo la pandemia de la desesperanza.
Pero ¿así es como debemos vivir, pensar y reaccionar ante el sufrimiento y las decepciones?
Yo creo que no. Porque quien vive sin esperanza carga amargura en el alma. Eso se compara a una persona corriendo un maratón con una mochila de 100 kg en la espalda. Difícil, ¿no es así?
La fe en Dios es el combustible para que mi esperanza continúe, aunque suceda todo lo malo. Quien no cree será aplastado cuando la enfermedad, las pérdidas y los reveses de la vida toquen su puerta.
Sepa que creer no es optimismo, positivismo o algo parecido, sino una confianza que, incluso en los momentos más difíciles de nuestra existencia, el cielo tiene el control, y que hay un Dios soberano capaz de cambiar cualquier circunstancia.
Entonces, combata en contra del desánimo, pues la esperanza es una virtud bíblica. No se puede vivir sin ella.
¡No pare, continúe caminando incluso lastimado y con dolor!
Parar significa rendirse a los problemas, perder sus sueños y morir un poco cada día.
Comparta con alguien que está desanimado. Quién sabe si sus fuerzas y esperanzas no serán restauradas ahora.
Por Núbia Siqueira
Santo Culto – Rendirse para vencer
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