«Ni para mi familia tenía valor»

«Antes de llegar a la Universal, padecía depresión sin explicación alguna. Lo que sé es que me sentía sumamente desesperado, al punto de tener que embriagarme para sentirme mejor, pero eso solo ocasionaba problemas entre mi esposa y yo. Además, nada de lo que hacía me salía bien, pues en el trabajo que entraba, me corrían y eso nos generaba problemas económicos.

Tantos problemas me quitaban el sueño, solo pensaba en cómo podría solucionarlos. Mi familia ya no me veía con los mismos ojos, para ellos ya no valía nada, pues era el único al que no le estaba yendo bien, ¡ni para comer tenía!

Dios puso en mi camino a un amigo que no veía desde hace muchos años. Él me invitó a participar en la Universal. No me negué y fui. Desde el momento que llegué, tuve la seguridad de que, a partir de ese momento, mi vida no sería la misma. En ese entonces, estaban hablando de la Hoguera Santa, en la fe de Gedeón, y decían que era un hombre que cambió su situación a través de la indignación.

Participé con la finalidad de darle fin a la depresión, y así fue. Luego, pude reconciliarme con mi familia, pues mis actitudes también ya habían cambiado, el vicio ya era parte del pasado y ahora era un hombre trabajador. Incluso, Dios me dio las condiciones de trabajar por mi propia cuenta y, por consiguiente, comprar una casa y autos nuevos, también viajar y comer lo que queramos.

Sin embargo, nada de eso se compara con la dicha de estar seguro de la salvación eterna del alma, cosa que solo logré cuando el Espíritu Santo entró en mí.» -Carlos Fuentes