«Me siento vacío»

Cuando hablamos de sentimientos y sensaciones muchos identifican la felicidad, el enojo, la frustración o la tristeza como emociones básicas en todo ser humano; no obstante, hay un sentimiento que muchas veces es desatendido y tiene consecuencias graves en la vida emocional de las personas: el vacío.

Algunos identifican esta sensación con la apatía o la falta de motivación, convirtiéndose en una fuente de angustia y de pérdida de sentido, impidiéndoles realizar sus actividades cotidianas, pues muchas veces está acompañado de otras emociones como tristeza, ansiedad, complejos, inseguridades, entre otros.

En ocasiones la sensación de vacío es consecuencia de una pérdida, un evento traumático o la soledad, que con el paso de los días y las situaciones cotidianas se va yendo. No obstante, para algunas personas parece ser una sensación permanente, generando crisis existenciales, depresión, falta de identidad, e incluso pensamientos de muerte al no verles sentido a sus vidas.

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Entre los principales síntomas que refieren las personas son presión en el pecho, apatía aburrimiento, sensación de que nada te llena, frustración, tener conductas autodestructivas, asilamiento social, adicciones, insomnio.

¿Qué hacer?

• Reconocer y aceptar que te sientes así.

• Tratar de identificar cómo te sientes. Por ejemplo: «Desde que se murió mi mamá me siento vacía», «me siento culpable por…», «siento que no tengo un proyecto de vida», etc.

• Invierte en actividades que te ayuden a sentirte mejor, como caminar, leer, pasatiempos y demás acciones que fortalezcan tu autoestima.

• Busca ayuda profesional.

• Tu alma es importante, busca ayuda espiritual.

Hay una esperanza

Si necesitas ayuda para cuidarte internamente, te invitamos a participar en las reuniones del Templo de los Milagros: Av. Revolución núm. 253, en la colonia Tacubaya, CDMX. Por tu fe, es posible superar la depresión y lograr una salud mental plena.

También puedes consultar el horario de las reuniones en la Universal más cercana a tu domicilio.

(*) La asistencia espiritual no sustituye los cuidados médicos. Será el tipo de trastorno, su origen y el modo de ser de la persona los que configurarán la manera de orientar, en cada caso.