El corazón es el más grande enemigo de la fe inteligente

No sirve de nada saber la Voluntad de Dios y no tener el valor para practicarla.

Cuando Jesús fue tentado en el desierto, satanás lo llevó a un lugar muy alto y oyó de él: «¿Estás viendo toda la grandeza, toda la belleza, toda la riqueza? Todo esto es mío y todo eso te lo daré si postrándote me adoras».

Pero Jesús no iba a dejar la gloria que Él cargaba consigo, cuando oyó la Voz del cielo decirle: «Tú eres Mi Hijo amado en quien tengo placer», al ser bautizado en las aguas y recibir el Espíritu Santo. De la misma manera, eso necesita suceder contigo.

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Si Dios no tiene placer en la muerte de los perversos y de los malos, Él no tiene placer, también, en tu sufrimiento y en tu dolor. Dios sufre con los que sufren, pero Él no puede transgredir la voluntad de la persona. Tú puedes ser esclava del diablo, pero tu voluntad sigue siendo tuya y es soberana. Es un poder que tú tienes, y si te determinas frente a quien te esté oyendo, — ya sea satanás, Dios, los ángeles o el mundo —, diciendo: «No aceptó más está situación y acepto lo que Él Señor Jesús me ofrece», Él estará viendo cada paso de tu vida.

En Jeremías 17:9 Dios dice: «Engañoso es el corazón, más que todas las cosas», es decir, el corazón es el mayor enemigo del ser humano. En el mismo pasaje Dios deja la pregunta: «¿Quién lo conocerá?».

Por lo tanto, para que podamos sobrevivir en la fe y permanecer salvos hasta nuestra ascensión celestial, debemos vigilar y vencer el corazón. El alma, que es el corazón, es engañadora, corrupta, perversa, malvada, ¿quién la conocerá? Ella está en nuestro interior, pero el diablo está afuera tentándonos. Existe la voz de él, pero también existe la Voz de Dios, entonces, quien va a decidir cuál voz oír somos nosotros mismos.

Por lo tanto, usa tu sabiduría. Solamente te necesitas a ti mismo(a) para determinar lo que quieres, porque tu voluntad es soberana.

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