¿Ya se dejó guiar por la apariencia?

¿Ya se dejó guiar por la apariencia?

Por Departamento Web 2

Aunque usted piense que no tiene ningún valor, necesita entender que para Dios vale mucho, y lo que más importa es lo que Él dice, explicó el obispo Franklin Sanches durante el Santo Culto del domingo 28 de agosto.

Y es que, lamentablemente, son muchos los que viven de la aprobación de otros; una muestra son las redes sociales, algunos buscan tener «me gusta» en sus publicaciones. Pero, si los comentarios que reciben no les agradan, se molestan. «Algunos solo dependen de lo que otros piensan sobre ellos, pero no entienden que para Dios eso no vale nada. Dios no mira las virtudes, ni los errores ni los pecados, sino el corazón. Él busca a alguien sincero», continuó.

Un ejemplo es la historia de David. Es común que, al escuchar su nombre, lo relacionen como aquel que venció a Goliat, que era un guerrero vencedor y el mayor rey de la historia. Pero ¿usted sabe cómo logró vencer y qué lo hacía ser diferente? Es importante que conozca a fondo la historia de David, para que pueda entender que Dios tiene un criterio diferente al de los hombres.

La Biblia explica que Dios le dijo al profeta Samuel que fuera a ungir al futuro rey de Israel. El Señor le mandó ir a la ciudad de Belén, a la familia de un hombre llamado Isaí: uno de sus hijos sería el rey. Fue entonces que Samuel tomó su cuerno con aceite y obedeció. Una vez que llegó, Samuel mandó a Isaí a traer a sus hijos, pues ungiría a uno de ellos. «Y aconteció que cuando ellos entraron, vio a Eliab, y se dijo: Ciertamente el ungido del Señor está delante de Él. Pero el Señor dijo a Samuel: No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; pues Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón» (1 Samuel 16:6-7).

Dios es capaz de ver lo que cada persona lleva en su interior, Él no ve la apariencia, ni la belleza, ni la estatura, tampoco mira su bolsillo o su condición intelectual. Cuando Dios mira a alguien, ve los sentimientos e intenciones, nunca se equivoca. En cambio, nosotros ya cometimos muchos errores porque nos dejamos guiar por nuestros ojos.

«¿Cuánta gente se casó con la persona equivocada porque vio solamente la apariencia? Muchos se dejan llevar por una persona bien parecida. Incluso, dicen que fue amor a primera vista, sin embargo, a veces esa persona los hace vivir un infierno, maltratos, humillaciones, celos, pues se dejó guiar por sus ojos; nunca olvide que la belleza física se acaba», dijo el obispo.

No obstante, Dios ve el corazón y busca al que tenga un deseo sincero de conocerlo y servirlo. La gente condena a muchos por sus pecados, pero no saben que la persona en realidad quiere cambiar y dejar esa vida, en cambio, Dios no la condena, de hecho, la llama para cambiar su vida.

«Entonces Isaí llamó a Abinadab y lo hizo pasar delante de Samuel. Y este dijo: Tampoco a este ha escogido el Señor. Después Isaí hizo pasar a Sama. Y él dijo: Tampoco a este ha escogido el Señor. Isaí hizo pasar a siete de sus hijos delante de Samuel. Pero Samuel dijo a Isaí: El Señor no ha escogido a estos. Y Samuel dijo a Isaí: ¿Son estos todos tus hijos? Y él respondió: Aún queda el menor, que está apacentando las ovejas» (1 Samuel 16:8-11).

David era despreciado por sus hermanos y hasta por propio padre, quien no veía en él ninguna capacidad; ni siquiera lo consideró para presentarlo ante Samuel. Por eso él cuidaba de las ovejas, porque esa función era encomendada a las personas que «no servían para nada», y esa era la idea que tenían de él.

De acuerdo con el obispo Franklin, «tal vez usted haya vivido eso, ser un hijo no amado, aquel a quien todos hacían a un lado, le hacían bullying, le ponían apodos. Hasta en el trabajo por su apariencia lo desprecian, le generaron traumas, complejos de inferioridad. Puede que usted mismo se haya hecho a la idea de que ni Dios lo mira. Las personas viven con esta carga, van aceptando las palabras del diablo».

En realidad, David aprovechaba su momento a solas como pastor de ovejas para buscar a Dios. Como él tenía una relación con Dios, conocía su valor. Por eso, aunque todos lo desprecien, comprenda que Dios lo ama como usted es, no lo condena por el pasado, sino que quiere que cambie, que se arrepienta de los pecados. Él puede darle una nueva vida.

«Entonces Samuel dijo a Isaí: Manda a buscarlo, pues no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga acá. Y envió por él y lo hizo entrar. Era rubio, de ojos hermosos y bien parecido. Y el Señor dijo: Levántate, úngele; porque este es. Entonces Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos; y el Espíritu del Señor vino poderosamente sobre David desde aquel día en adelante» (1 Samuel 16:12-13).

Con esto podemos entender que David empezó siendo el más despreciado. Sin embargo, cuando el Espíritu de Dios vino sobre él, lo tomó de manera poderosa. «Así, Él quiere entrar en usted de una manera tan poderosa, que todos los que lo han despreciado y le hicieron el mal vean cómo Él lo exalta. Porque Dios ungió a David delante de sus hermanos y de su padre. Ellos vieron a David siendo lleno del Espíritu Santo».

Dios también quiere transformar su vida y, a través de usted, hacer cosas grandes que ni se imagina. Pero para que esto suceda necesita entregarle a Él toda su vida y decirle: «hágase en mí Tu voluntad aquí en la Tierra, así como en los cielos». De esta forma, Su Espíritu descenderá poderosamente.

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