¿Qué voluntad prevalece: la tuya o la de Dios?

Solo una de las dos puede reinar en su vida. Entienda el motivo.

“Quiero hacer siempre tu voluntad, mi Señor” Ya debes haber dicho esta frase en algún momento de tu vida. Pero vino una situación en la que tenías que ceder a algo, pero no aceptaste hacer eso. Es en momentos es cuando te enfrentas a uno de los más grandes desafíos de la vida cristiana: negarse a sí mismo.

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.” (Lucas 9:23)

El obispo Macedo recuerda que Jesús dio su vida por nosotros, aun siendo el Hijo de Dios, hacia la voluntad del Padre. Y ese ejemplo de vida lo dejo para nosotros en la oración del Padre Nuestro, cuando dijo:

“Venga tu Reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”  (Mateo 6:10)

En otro momento, en el jardín de Getsemaní, Jesús hizo la misma oración tres veces, pidiendo a Dios que pasara de Él aquella copa. Pero que no se hiciera su voluntad, sino la del Padre (Mateo 26:36-44).

“En los momentos de más dolor, Jesús sometió su voluntad a la voluntad de Dios, pero nosotros pecadores, queremos hacer e imponer nuestra voluntad a costa de lo que sea, y esa es la razón por la que las cosas salen mal, subraya el obispo.

«Entonces, ¿qué tengo que hacer?» Se preguntan muchas personas. La respuesta es simple (no fácil): haz la voluntad de Dios.

La voluntad de Él para ti

El obispo Macedo resalta que muchos se preguntan cuál es la voluntad de Dios para su vida, pero no hacen lo que es necesario para conocerla. “¿Ha buscado saber cuál es la voluntad de Dios para su vida? ¡Lo dudo! Si usted no buscó, ¿cómo va a saber? Él no le ha mostrado cuál es su voluntad porque usted insistió en hacer su voluntad. Usted ignoró la voluntad de Dios. David fue tan pecador como nosotros, pero su corazón era conforme al corazón de Dios. En sus oraciones vemos el placer que tenía de hacer la voluntad del Padre.”

“El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.” (Salmos 40:8)

De otra manera, él dijo:

“Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios…” (Salmos 143:10)

«Cuando Dios llamó a Israel y lo hizo un pueblo escogido para el plan que se cumpliera su plan de Salvación, Israel le dio la espalda y fue expulsada de la Tierra Prometida. Y la verdad es que cuando no escuchamos voz del Espíritu Santo, estamos simplemente pecando contra Dios «, concluye el obispo.

Resistiendo a la persona equivocada

“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” (Santiago 4:7)

Esta es la orientación. Pero lo que comúnmente pasa es lo contrario a lo orientado en las Sagradas Escrituras: resistimos a Dios y con eso el mal tiene la libertad de actuar, en lugar de huir.

Por más trabajo que nos cueste entender, nunca podemos olvidar que la voluntad de Dios es “buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2) ¿Qué daño tendríamos en someternos a ella en vez de a la voluntad de nuestro propio corazón, que es más engañoso que todo y se corrompe fácilmente (Jeremías 17:9)?

No insistas en hacer tu voluntad. Mientras la persona no se rinda a la voluntad de Dios no conseguirá salir del mismo lugar. No importa lo grande que sea su fe, se quedará caminando en círculos por querer hacer su voluntad y no la del Altísimo. Busca entender cuál es la voluntad de Dios para tu vida y ponla en práctica. Eso no es perder el libre albedrío, sino usarlo de manera inteligente.

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