Vivir lo que enseña
Un buen médico es aquel que cree en el diagnóstico que dio y en el medicamento que le prescribió a su paciente. Así como un abogado que cree en su conocimiento de la ley y en la inocencia de su cliente.
Una buena cocinera es la que cree que conoce bien sus ingredientes y también su estufa.
Con el predicador tampoco es diferente.
Si él primero no cree en todo lo que predica, entonces, su discurso será vacío e inconsistente. La credibilidad en el púlpito empieza con la integridad consigo mismo.
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