¿Vamos a subir?
Las redes sociales, que uso y en las que modestamente intento contribuir con lo que puedo, tienen sus percances, pero también sus beneficios.
Por ejemplo:
Podemos interactuar con personas de todo el mundo, pero a la vez no podemos. Debemos vivir la realidad dentro del tiempo que tenemos, pues hay prioridades por atender fuera del mundo virtual. Y las personas que están a nuestro alrededor nos necesitan.
Entonces, ¡se ofenda con aquellos que no quieren o no pueden cumplir con nuestras demandas! ¿Vamos a coordinarnos? Sin rencores ni lloriqueos, ¡porque solo hacemos lo que podemos! Nadie tiene la obligación de estar online y estar listo las 24 horas a nuestra disposición.
Estoy agradecida porque las publicaciones de algunas personas me inspiran, me enseñan y me motivan, pero eso no significa que debo mirar sus vidas y compararme con ellas. Si un día el chisme y la comparación forman parte de mi tiempo en internet, es hora de bloquear la búsqueda y darle un tiempo a aquel perfil.
Finalmente, sé que hay personas que trabajan en las redes sociales y dependen de ellas, pero la mayoría está presa a un uso innecesario.
¿Vamos a reflexionar juntos?
¿Cuántos videos y publicaciones sin utilidad vemos diariamente?
¿Cuántas horas perdidas nunca más tendremos de regreso?
Días atrás, algunas plataformas sociales sufrieron inestabilidad durante algunas horas. Para algunos, fue un caos (entiendo a los que trabajan), pero, para otros, realmente se trataba de una dependencia.
Y si hoy las redes sociales se acabaran, ¿cómo quedaría su vida y sus relaciones?
¿Quién puede enumerar los daños y beneficios de las redes sociales?
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